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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
El tema del Frexit ha sido duramente debatido
por los principales partidos políticos en Francia. Hay dos
facciones principales con opiniones encontradas al respecto.
El ex presidente francés, François Hollande, cae en la línea
mainstream de la política francesa que defiende la adhesión
de Francia en la Unión Europea. Le Pen, que encarna el
más ávido espíritu antieuropeo visto en muchos años en la
política francesa, piensa que Francia debería abandonar a la
Unión Europea, dejar el euro y pelear contra el islamismo…
no necesariamente en ese orden.
La agenda de Le Pen, además de sacar a Francia
de la órbita de Bruselas, es combatir en contra de dos
grandes totalitarismos: el fundamentalismo islámico y
la globalización. A la mezcla, Le Pen, muy hábilmente,
ha sabido capitalizar a su favor la errática política de
Hollande en contra el terrorismo islámico y ha logrado
despertar el imaginario francés llevando la discusión a
un terreno peligrosamente sensible del pueblo gales: la
identidad francesa.
Y mientras la fundación de un nuevo orden europeo
se formaba, el pasado imperial francés inevitablemente
colisionó con sus cientos de miles de inmigrantes de sus
excolonias africanas (Marruecos, Túnez y especialmente
Argelia) que se asentaron en el país. Reclutados para
hacer trabajos durante les trente glorieuses (1945-1973),
estos mismos inmigrantes (las actuales generaciones
cuya identidad es ahora francesa) se ven bajo ataque y la
posición antimigración se ha convertido en una especie de
dogma de fe entre un número creciente de franceses que
son absorbidos por el seductor discurso de Le Pen.
Mientras que la retórica de Le Pen no es
necesariamente incoherente a su visión política de los
últimos años, lo que más sorprende es el masivo apoyo que
recibe del pueblo francés. Bajo Le Pen, el FNF pasó de ser un
partido periférico de la política francesa a un contendiente
importante durante las recientes elecciones. Su padre,