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Cátedra de Coyuntura Internacional
parte de las exportaciones globales de su economía pues las
exportaciones hasta 2015 superaban los 600 mil millones
de dólares por año. Gracias a la iniciativa OBOR se espera
que estas se acrecienten hasta más de un trillón de dólares
anuales para el 2020 (Maverick, 2016). Lo que demarca
el gran compromiso que se ha trazado para solidificar los
flujos de interacción con cada zona geográfica dentro de la
ruta generada.
Pero el argumento comercial no solo está
contextualizado en las exportaciones chinas hacia estas
regiones. Al mismo tiempo, el incremento de la capacidad
adquisitiva de la población china (derivado de un
crecimiento económico constante en las últimas décadas),
ha significado su interés por un flujo de importaciones
de productos provenientes de estas economías, lo que
incrementa la demanda de bienes de consumo, pero además
de proveedores que ofrezcan mayor calidad en los bienes
intermedios y productos terminados para lograr con ello
una diversificación en las propuestas de bienes y servicios,
lo que origina patrones de evolución en las cadenas de valor
para las empresas chinas.
La presencia de China dentro de Europa se refleja
como una necesidad que impera a sus objetivos estratégicos
de política exterior, esto, comentan Natarak y Sekhani (2016),
se debe a que los flujos mundiales de Producto Interno
Bruto están homologados entre las zonas comerciales. China
contempla el 11.4 % de las exportaciones para 2015; mientras
que la totalidad de la zona Euro, el 25.5 %. Lo que convierte
al «gigante asiático» en un referente mundial de intenciones
comerciales y políticas como medio de acercamiento con las
demás naciones alrededor del Este Asiático.
La legitimidad económica de China se verá
maximizada en su devenir de apertura y aproximación
comercial con países europeos, lo que significará un
incremento sustancial de sus flujos comerciales en materia
energética, insumos o recursos naturales, productos de