96
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
revolucionario (Gómez Calcaño, 2009, pp. 108-121). La
ofensiva hegemónica se extendió también a los sectores
cultural y educativo, en el cual no han cesado los intentos
para alinear los contenidos docentes con la doctrina del
socialismo del siglo XXI, el bolivarianismo y el culto a la
personalidad de Chávez.
A pesar de un descenso relativamente breve en los
precios del petróleo como consecuencia de la crisis financiera
mundial, entre los años 2004 y 2012 los ingresos provenientes
de esa fuente alcanzaron una magnitud inédita en la historia
del país, permitiendo consolidar las políticas clientelistas
y distributivas, no solo hacia los sectores populares, sino
hacia estratos medios y a grupos empresariales que pronto
fueron identificados como «boliburgueses» en el lenguaje
cotidiano; en el frente exterior, el reparto de renta permitió
fortalecer la influencia de Venezuela e indirectamente de
Cuba en la región, formando un escudo de defensa frente
a eventuales sanciones de organismos internacionales
(Cardozo, 2010; Romero y Mijares, 2016).
El inicio del declive: una economía frágil y un
caudillo debilitado
Para inicios de la segunda década del siglo, algunas
consecuencias del crecimiento rápido y desordenado
comenzaban a amenazar la viabilidad de las políticas
económicas del régimen. A pesar de los inmensos
ingresos obtenidos por la exportación de petróleo, el
crecimiento del gasto público llevó a un endeudamiento
significativo. La producción industrial y agrícola se redujo
debido a un proceso desordenado de expropiaciones y
nacionalizaciones que incluyó desde grandes industrias
básicas como la siderúrgica, hasta pequeñas unidades
rurales. La política de controles de cambio de divisas
y un complejo sistema de tasas múltiples, a la que se
añadió un creciente control de los precios en sectores
cada vez más amplios de la economía, alimentaron
una inflación creciente, el contrabando de productos