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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

revolucionario (Gómez Calcaño, 2009, pp. 108-121). La 

ofensiva hegemónica se extendió también a los sectores 

cultural y educativo, en el cual no han cesado los intentos 

para alinear los contenidos docentes con la doctrina del 

socialismo del siglo XXI, el bolivarianismo y el culto a la 

personalidad de Chávez. 

A pesar de un descenso relativamente breve en los 

precios del petróleo como consecuencia de la crisis financiera 

mundial, entre los años 2004 y 2012 los ingresos provenientes 

de esa fuente alcanzaron una magnitud inédita en la historia 

del país, permitiendo consolidar las políticas clientelistas 

y distributivas, no solo hacia los sectores populares, sino 

hacia estratos medios y a grupos empresariales que pronto 

fueron identificados como «boliburgueses» en el lenguaje 

cotidiano; en el frente exterior, el reparto de renta permitió 

fortalecer la influencia de Venezuela e indirectamente de 

Cuba en la región, formando un escudo de defensa frente 

a eventuales sanciones de organismos internacionales 

(Cardozo, 2010; Romero y Mijares, 2016).

El inicio del declive: una economía frágil y un 

caudillo debilitado

Para inicios de la segunda década del siglo, algunas 

consecuencias del crecimiento rápido y desordenado 

comenzaban a amenazar la viabilidad de las políticas 

económicas del régimen. A pesar de los inmensos 

ingresos obtenidos por la exportación de petróleo, el 

crecimiento del gasto público llevó a un endeudamiento 

significativo. La producción industrial y agrícola se redujo 

debido a un proceso desordenado de expropiaciones y 

nacionalizaciones que incluyó desde grandes industrias 

básicas como la siderúrgica, hasta pequeñas unidades 

rurales. La política de controles de cambio de divisas 

y un complejo sistema de tasas múltiples, a la que se 

añadió un creciente control de los precios en sectores 

cada vez más amplios de la economía, alimentaron 

una inflación creciente, el contrabando de productos