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Cátedra de Coyuntura Internacional

El chavismo: ¿un autoritarismo electoral?

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En años recientes ha aumentado el interés académico 

por los llamados regímenes híbridos, aquellos que no pueden 

ser fácilmente ubicados en una dicotomía entre democracia 

y dictadura, sino que forman parte de un continuo en el que 

es difícil identificar el punto de corte entre una y otra. Algunos 

de los conceptos propuestos para este tipo de régimen son 

los de «autoritarismo electoral» (Schedler, 2002, 2006) y 

«autoritarismo competitivo» (Levitsky y Way, 2002, 2010). 

El término alude a la coexistencia de instituciones propias 

de la democracia, como el voto, con prácticas autoritarias. 

Aunque no son dictaduras en sentido estricto, porque se 

mantiene algún grado de incertidumbre sobre la posibilidad 

de cambiar a la élite gobernante o limitar su poder, los 

mecanismos de ejercicio de la soberanía popular y de la 

división de poderes están sesgados. 

Levitsky y Way (2002) señalan algunas 

características de un régimen autoritario competitivo, 

como la manipulación de los procesos electorales, la 

intimidación a los opositores, el acceso desigual a recursos, 

la limitación de las libertades civiles, especialmente la de 

expresión, la persecución selectiva contra los opositores 

y el control de las instituciones judiciales y electorales.

Schedler (2002) identifica algunas estrategias 

de estos regímenes para manipular el proceso electoral, 

como limitar el rango y la jurisdicción de los puestos que 

se eligen, restringir el acceso de la oposición a la arena 

electoral, desorganizar a la disidencia electoral, restringir 

las libertades políticas y civiles, restringir el acceso de 

los opositores a los medios de comunicación y al dinero, 

establecer limitaciones legales o informales del derecho 

al voto, intimidar a los votantes, comprar votos, practicar 

fraudes, evitar que los funcionarios elegidos ejerzan sus 

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 Esta sección se apoya parcialmente en Gómez Calcaño (2016, pp. 2-5).