88

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

pluralistas, el agotamiento del modelo de desarrollo 
basado en la inversión productiva de la renta petrolera 
fue erosionando la legitimidad del régimen democrático. 
El declive del crecimiento económico, el empleo y la 
distribución de subsidios a todos los sectores sociales, 
así como los numerosos escándalos que mostraban la 
corrupción de buena parte del liderazgo político, generaron 
una creciente desconfianza hacia los políticos profesionales 
y sus principales partidos.

El intento de ajuste y reforma estructural emprendido 

por el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez enfrentó 
el rechazo generalizado de la población porque no 
logró compensar sus costos sociales con sus esperados 
beneficios. Se produjeron motines urbanos que fueron 
reprimidos con violencia por las autoridades, ampliando 
la brecha de confianza y reconocimiento mutuo entre los 
sectores populares y las élites políticas y económicas. 
En este contexto se producen los dos intentos de golpe 
encabezados directa o indirectamente por Hugo Chávez, en 
febrero y noviembre de 1992. 

La inmediata popularidad que adquirió Chávez mostró 

que la adhesión a los procedimientos democráticos para la 
alternancia en el poder, que caracterizaba a la mayoría de 
los venezolanos en años anteriores, había cedido el paso a 
la esperanza en soluciones inmediatas, radicales y audaces 
ofrecidas por un caudillo de origen militar (Montero, 1994). 
Esta creencia en los poderes de redención de un actor no 
contaminado por el sistema, que es un rasgo frecuente 
de los populismos, le dio un fuerte arraigo emocional a la 
preferencia por Chávez, que trascendió lo estrictamente 
político para adquirir un carácter casi religioso (Arenas y 
Gómez, 2000). Este apoyo popular fue un valioso capital 
político que Chávez y sus sucesores explotarían hábilmente 
para establecer su hegemonía.