Antonio Pérez, a sus 23 años, estaba por terminar la Licenciatura en Mercadotecnia en la Universidad Rafael Landívar. Trabajaba como Project Manager, contractualmente en una pequeña empresa de publicidad, ubicada en la ciudad de Guatemala. La empresa en la cual laboraba había superado las expectativas de ventas a finales de 2016. El secreto del éxito de la pequeña empresa había sido la buena relación que tenía Antonio con proveedores de servicio de hosting, conocimiento de nuevas tecnologías y planes de negocios que solamente él manejaba debido a su formación universitaria y de emprendimiento. El salario (Q 5,500.00) no era suficiente para cubrir sus gastos y el mes de septiembre había terminado con deudas acumuladas que ascendían a los veinte mil quetzales y la cuarta cuota pendiente de pago del préstamo de su vehículo.