Revista SENDAS 63
A lo largo del siglo XVII, los habitantes de los barrios se convertirían en artesanos,
comerciantes y agricultores. Los zacatales, convertidos en potreros, permitirían
la crianza de caballos. En donde fue posible, se sembró trigo y cebada, gracias a
lo cual se empezó a producir un sabroso pan en la comarca. Hacia finales del
siglo, en la ciudad se fundó un colegio jesuita que empezó a educar a los hijos
de los españoles y criollos; se fundó también un hospital y se construyó una pila
para abastecer de agua a la ciudad. Durante este siglo, señala Aubry (1991), la
ciudad acusaba de una frívola y aparente pompa urbana que contrastaba con la
miseria de los pueblos indígenas que le rodeaban, debido a lo cual estallaron
rebeliones de puebos indios en la provincia, la más famosa de las cuales fue la
rebelión de los Sendales, en 1712.
En 1821, los notables de Chiapas decidieron separarse del reino de Guatemala,
del que formaron parte durante la época colonial, proclamando su independencia
de España, y sumándose al Plan de Agustín de Iturbide. Al caer este y asumir el
mando los liberales, los doce distritos que entonces formaban la provincia de
Las Chiapas convocaron a sendos plebiscitos para decidir su anexión a
Centroamérica o a México. En esta contienda, los habitantes de Ciudad Real
eran partidarios de la anexión a México, posición que finalmente se impuso en
1824 (de Vos, 1998). El siglo XIX fue testigo de inundaciones, temblores, plagas
y epidemias, además de una serie de confrontaciones armadas que sacudieron a
la ciudad. Entre estas últimas destaca el saqueo de la ciudad a manos de un
caudillo que estaba a favor de la intervención francesa; también, a salida de los
clérigos con el triunfo de las leyes de la Reforma, que llevaron consigo artículos
valiosos del patrimonio cultural de la ciudad; pero, sobre todo, el ataque a la
ciudad con el estallido de la rebelión chamula en 1869, provocada por la ex-
trema explotación de criollos y ladinos (Aubry, 1991; de Vos, 2012). En 1892,
los poderes del Estado fueron trasladados de San Cristóbal a Tuxtla Gutiérrez,
con lo que aquella dejó de ser la capital del Estado.
Durante las primeras décadas del siglo XX, fue notable el crecimiento de la
población indígena de la región, pero que no afectó el crecimiento de San
Cristóbal, pues encontró un desfogue en la colonización de la Selva
Lacandona, hacia donde los campesinos indígenas se dirigieron en busca de
tierra. De esta manera, la pequeña ciudad, que seguía manteniendo un aire
señorial, apenas creció entre 1930 y 1960. Sin embargo, una década después,
esta tendencia se revirtió debido a que el crecimiento de la población