Alejandra Gutiérrez Valdizán /
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-Abajo del sótano de los pobres, están los presos, los pandilleros y
expandilleros. En ese sótano, en ese mapa, ni siquiera existen. A el-
los nunca los van a ver esos que tienen el poder, que tienen bigote,
tienen rostro, tienen nombre.
-Alguien dijo que la violencia es el humo, ¿es la desigualdad el leño
que produce el fuego?
-No, la inequidad no es el leño. La inequidad es el ocote-.
El ocote son las astillas de pino, cargadas de resina, muy inflamables.
El ocote sirve para encender el fuego, para prender el leño, para
mantenerlo vivo.
-La desigualdad te enferma y te mata, es un cáncer. Se requerirá de
muchas quimioterapias emocionales para curar a esta sociedad. Al
final los prisioneros, o los pandilleros, los que estamos allí, somos el
bagazo de la sociedad. Y entre nosotros mismos nos comemos.
¿Víctimas o victimarios?
Ellas no se presentan como víctimas. Asumen su responsabilidad, se
hacen cargo de sus decisiones. Pero pagan con el silencio. Un precio
tan alto que en algunos casos puede implicar pagar condenas más
largas en prisión. Carmen dice: “Ojalá los investigadores del MP tu-
vieran un sicólogo que descubriera cuando una esta mintiendo por
miedo, porque una no puede hablar, pero entonces ellos sabrían…”.
Sí, todo indica que son victimarias, que en la mayoría de casos de-
ciden, aunque las circunstancias las empujen con fuerza. Pero, al
mismo tiempo, en esos juegos perversos de luces y sombras. Se con-
vierten en sombras bajo la sombra, en víctimas.