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/ De esclavas y de siervas: víctimas del crimen en Guatemala
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Es esa percepción generalizada, casi inconsciente, de que la persecución
penal y la impunidad campean rampantes en Guatemala. Aunque las
investigaciones criminales empiecen a mover sus oxidados engranajes, y
haya espacio para el optimismo en el tema de la investigación criminal,
no pasa por la cabeza de Alejandra hablar de una posible captura o de
un juicio. En una omisión fatal, a Alejandra, la que entrevista, tampoco
se le ocurre preguntar. Ambas olvidan pensar en la justicia.
Pero en el discurso de Alejandra, la que respeta la regla de no fumar,
siempre revolotea una ominosa fatalidad y está por caerle encima.
-¿Crees en el karma?
-Sí, creo. Creo que todo tiene consecuencias.
Menciona a las familias que pueden haber sufrido por lo que ella hizo.
A pesar de que intenta hacerlo todo bien, siente que algo malo, en algún
momento, le va a suceder.
-Una empieza a entender un poco cuando se ha sensibilizado, el
porqué de las broncas violentas y todo este rollo. No es por justificar,
pero aun los narcotraficantes, son gente que careció de amor. Com-
pran a una chica de 16 que les haga show y que después la utilicen
no uno ni dos, sino varios. Se puede comprar el cuerpo de alguien,
pero jamás los sentimientos de esta niña o de personas que tengan
a su alrededor.
Parafrasea la teoría del edificio del sociólogo Edelberto Torres Ri-
vas, en la que se compara a la sociedad guatemalteca con una con-
strucción con cinco niveles, sin escaleras o ascensores entre sí. En el
penthouse los ricos, en el sótano los pobres.
Alejandra, sin citar a Torres Rivas, escarba y crea un piso más al
fondo: