Pz

P

/ De esclavas y de siervas: víctimas del crimen en Guatemala

31

Sandra Gularte, de la PDH, define tres tipos de tratantes: Una es 
la del tratante único que es una persona muy conocida o el papá, o 
algún pariente, que trata a su hija, la vende o la tienen en su propia 
casa, la explotan laboral o sexualmente.  Sin relación con el crimen 
organizado, pero con similares consecuencias para la víctima.

Las redes pequeñas, de tres o cuatro personas que compran o coaccio-
nan a las mujeres –incluso fingen relaciones amorosas para convencer-

las–; las engañan con el ofrecimiento de trabajo de empleadas domésti-
cas o meseras y las venden en los bares. Estas redes “medianas”, como las 
define Gularte,  suministran mujeres a negocios con un “mercado para 
clases media y baja”, con víctimas guatemaltecas, llevadas de una región 
pobre a una menos pobre. Como las mujeres q’eqchíes de la cantina sin 
nombre.

Mientras que las grandes redes, según la clasificación que hace la repre-
sentante de la Procuraduría, se coordinan con  redes de otros países y de 
forma más especializada y con mayores niveles de influencia –tanto den-
tro del crimen organizado, como en los aparatos del Estado-. “Mafiosos, 
políticos, militares, empresarios, industriales, líderes religiosos, banque-
ros, policías, jueces, sicarios y hombres comunes conforman una enorme 
cadena en el mapa internacional del crimen organizado que ha existido 
durante siglos”, afirma la periodista Lydia Cacho en la investigación 
“Esclavas del poder”. Para que funcione la maquinaria, los engranajes 
tienen que estar aceitados. Y uno de los principales aceites, sin duda, 
resulta ser el de los funcionarios que ignoran el problema y, peor aún, 
forman parte de éste.

Gularte de la PDH asegura: “A los que se agarra, normalmente, son a los 
tratantes únicos y a los tratantes de las redes pequeñas, pero no llega la 
justicia a todos los tratantes de las redes grandes. A ellos no se les toca, se 

Las manos que tejen las redes