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/ De esclavas y de siervas: víctimas del crimen en Guatemala
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Sandra Gularte, de la PDH, define tres tipos de tratantes: Una es
la del tratante único que es una persona muy conocida o el papá, o
algún pariente, que trata a su hija, la vende o la tienen en su propia
casa, la explotan laboral o sexualmente. Sin relación con el crimen
organizado, pero con similares consecuencias para la víctima.
Las redes pequeñas, de tres o cuatro personas que compran o coaccio-
nan a las mujeres –incluso fingen relaciones amorosas para convencer-
las–; las engañan con el ofrecimiento de trabajo de empleadas domésti-
cas o meseras y las venden en los bares. Estas redes “medianas”, como las
define Gularte, suministran mujeres a negocios con un “mercado para
clases media y baja”, con víctimas guatemaltecas, llevadas de una región
pobre a una menos pobre. Como las mujeres q’eqchíes de la cantina sin
nombre.
Mientras que las grandes redes, según la clasificación que hace la repre-
sentante de la Procuraduría, se coordinan con redes de otros países y de
forma más especializada y con mayores niveles de influencia –tanto den-
tro del crimen organizado, como en los aparatos del Estado-. “Mafiosos,
políticos, militares, empresarios, industriales, líderes religiosos, banque-
ros, policías, jueces, sicarios y hombres comunes conforman una enorme
cadena en el mapa internacional del crimen organizado que ha existido
durante siglos”, afirma la periodista Lydia Cacho en la investigación
“Esclavas del poder”. Para que funcione la maquinaria, los engranajes
tienen que estar aceitados. Y uno de los principales aceites, sin duda,
resulta ser el de los funcionarios que ignoran el problema y, peor aún,
forman parte de éste.
Gularte de la PDH asegura: “A los que se agarra, normalmente, son a los
tratantes únicos y a los tratantes de las redes pequeñas, pero no llega la
justicia a todos los tratantes de las redes grandes. A ellos no se les toca, se
Las manos que tejen las redes