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/ De esclavas y de siervas: víctimas del crimen en Guatemala

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la violencia. Kepfer ve con recelo la “nueva moda” de la trata y la explotación 
sexual. “Desde siempre ha existido”, asegura, lamentando que nunca se hay-
an combatido las raíces del problema –de la explotación y la violencia-. Recu-
erda que en los 70 en los prostíbulos trabajaban muchas mujeres salvadoreñas 
–las rocoleras, le llamaban algunos- y en los “levantes” –en la calle– se podía 
observar a cantidad de mujeres indígenas recién llegadas del área rural. En las 
cantinas las propietarias ofrecían a las recién llegadas con toda tranquilidad.

Kepfer habla de los setentas, lo de Carolina fue en el 85. Trata, ex-
plotación y trasiego de personas, al menos en territorio centroameri-
cano por décadas. ¿Cuántos casos, cuántas mujeres pueden haber 
sido explotadas? ¿Cuántas mujeres como Carolina quedaron mar-
cadas, continúan en encierro o en las calles después de haber sido 
desechadas? ¿Cuántas redes se han ido tejiendo, fortaleciendo, per-
feccionando?

La historia común repetida

Alexander Colop, reconocido por varias fuentes como un acucioso 
y honesto fiscal, no teoriza, no hace elucubraciones de género o de 
la doctrina legal. El hombre que ha dirigido la fiscalía y que ha de-
sarticulado varias redes y llevado a juicio a tratantes, prefiere poner 
ejemplos. Uno de los casos que ilustran a la perfección es el “de la 
nicaragüense”.

Dinora es de León, Nicaragua, madre soltera, víctima de violencia 
intrafamiliar y de violación por parte de su padrastro. No había sa-
lido de sexto primaria. Tiene un empleo que no le alcanza para vivir, 
cuando llega una persona que vive cerca de ella y  con quien “tuvo 
algún tipo de relación no sé si fue sentimental, pero una relación 
bastante fuerte”, dice Colop. El hombre le dice que le conseguirá un 
trabajo como mesera o limpiando casas.