PABLO CABRERA P.

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REVISTA ACADÉMICA ECO (16) : 61-78, ENERO / JUNIO 2017

pulmonar; así mismo, en países con inviernos 
prolongados, las bajas temperaturas pueden 
causar diversas enfermedades si el hogar no 
está equipado con calefacción.

Impacto social. En la mayoría de países en 
vías de desarrollo, la cocción de la comida y 
la recolección de leña y agua es realizada por 
las mujeres, lo que les resta tiempo y energía 
para otras actividades.

Impacto económico. Los pobres gastan una 
mayor proporción de su ingreso en energías 
tradicionales y los tipos de combustible que 
utilizan son menos eficientes.

Como se dijo anteriormente, los primeros trabajos 
enfocados en pobreza energética datan de la 
década de 1980 y fueron desarrollados en el Reino 
Unido. El concepto se introdujo como pobreza 
de combustible, se refiere a la situación donde 
“…no se puede pagar el combustible necesario 
para mantener el calor o temperatura que brinde 
confort térmico a los miembros de un hogar” 
(García, 2014, p.14). 

En 1991, la Dra. Brenda Boardman propuso una 
nueva definición para pobreza energética: se refiere 
a los hogares que gastan más del 10 % de sus ingresos 
para tener la calefacción adecuada (García, 2014). 
Posteriormente, autores británicos desarrollaron 
nuevos enfoques y propuestas metodológicas para 
la medición de la pobreza energética. 

La Comisión Económica para América Latina y 
el Caribe -Cepal-, OPHI y diversos autores, han 
elaborado propuestas de definición para la pobreza 
energética con el fin de medir y cuantificar este 
fenómeno en países en vías de desarrollo:

La no satisfacción de las necesidades 
energéticas de un hogar. “Un hogar se 
encuentra en pobreza energética cuando 
las personas que lo habitan no satisfacen 
las necesidades de energía absolutas, las 
cuales están relacionadas con una serie de 
satisfactores y bienes económicos que son 

considerados esenciales…” (García 2014, p.17). 
Dichos satisfactores y bienes corresponden 
con un lugar y tiempo determinados, además 
de corresponder con las convenciones 
sociales y culturales.

El no poder cumplir con el mínimo de servicios 
energéticos. La incapacidad de un hogar de 
satisfacer la cantidad mínima de servicios 
de la energía para sus necesidades básicas 
(Ventura, 2014).

La necesidad de cumplir con tres factores 
básicos. La pobreza energética se refiere a 
una combinación de tres factores definidos a 
escala de hogar: renta familiar, precios de la 
energía y eficiencia energética (y tecnológica) 
de la vivienda (Ventura, 2014).

Falta de medios económicos. Dificultad para 
afrontar los costes energéticos y de acceso a 
niveles básicos de suministro energético con 
formas avanzadas de energía (Economics for 
Energy, 2014).

OPHI elaboró una metodología para la medición 
de la pobreza energética multidimensional, 
que se alinea con las definiciones presentadas 
previamente. Dicho enfoque permite concentrarse 
en las necesidades energéticas de los hogares que 
se pueden cuantificar con datos de las encuestas 
de hogares o de otros organismos como la Agencia 
Internacional de Energía -AIE-. La disponibilidad de 
insumos estadísticos de las encuestas de hogares 
permite erigir un contexto de la situación de pobreza 
energética, en otras palabras permite descomponer 
los datos por regiones o áreas urbanas-rurales, 
por niveles de ingreso, etc. (Nussbaumer, 
Bazilian, Modi, y Yumkella, 2009). Este aspecto 
es de suma importancia ya que permite realizar 
análisis subnacionales y territoriales. El marco de 
análisis de la pobreza es esencial para las políticas 
públicas que tienen objetivos variados pero que, en 
términos generales, están destinadas a mejorar las 
condiciones económicas y sociales de la población.