MICHELLE MOLINA M.
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REVISTA ACADÉMICA ECO (16) : 25-47, ENERO / JUNIO 2017
definidos, se esperaría que los pobres tuvieran
considerablemente más influencia de lo que
actualmente tienen (Varshney, 1999).
Datos de Latinobarómetro (2015) evidencian cómo
en la proporción de la población guatemalteca que
alega de tener salario insuficiente y probablemente
representando por la población pobre, está menos
satisfecho con cómo funciona la democracia en
el país (38.5 %). Hay razones importantes por las
que la democracia no funciona como lo propone
Varshney (1999): 1) la actual y real participación
de los pobres, especialmente de las mujeres, no
se refleja en la sociedad; sumándole que muchos
pobres son excluidos o no participan activamente
en el proceso político; 2) cuando los pobres sí
participan, sus identidades como pobres en general
o su oficio, no son las únicas influencias en la forma
en que votan. Las fuerzas que los mueven suelen ser
más tangibles a corto plazo como los políticos que
prometen algo inmediato en retorno a cambio de
vender su voto, contra las nociones más abstractas
como el nivel de ingreso.
Las políticas públicas de inversión en los pobres,
rara vez son pugnas de ricos contra pobres, sino
también es una lucha de acomodación, compromiso
y ganancias conjuntas. Concorde a esto, Moore
y Putzel (1999) afirman que la política no se dirige
únicamente por intereses materiales, sino que las
ideas e instituciones también desempeñan un rol
crucial en las opciones políticas que tiene la población
pobre, lo que quieren de la política y cómo lo hacen.
Así es como las instituciones políticas débiles
propician el clientelismo y la entrega de beneficios
directos e inmediatos a cambio de su apoyo
electoral (Fergusson y Riaño, 2014). Los efectos
del clientelismo, aparte de hacer uso ineficiente de
los recursos, impactan en la legitimidad y debilitan
el voto como forma de premiar o castigar a los
funcionarios electos (Cicig, 2015).
• Participación social de sectores pobres
El trabajo también reflexiona sobre la participación
ciudadana y el campo de acción de los pobres para
organizarse, que está estrechamente vinculada al
carácter del régimen o la forma de la política pública
y el comportamiento de los gobernantes. En este
sentido, es la organización eficaz de los pobres, a
gran escala, la que puede impactar en la política
pública y a una gran parte de la población. A falta
de un gobierno efectivo, las pequeñas comunidades
pueden organizarse para satisfacer sus necesidades
inmediatas, y en ocasiones la misma inefectividad
pública estimula alternativas locales.
El Estado moderno proporciona bases para que
los grupos sociales se organicen a nivel nacional
y creen identidades colectivas que trasciendan
regiones geográficas. El hecho de organizarse o no
dependerá en parte en si creen en la capacidad y
autoridad del Estado de satisfacer sus demandas.
De no tenerlo, en vez de organizarse a nivel nacional,
concentrarán sus recursos políticos limitados para
influir de otra forma (vínculos étnicos con ministros,
conexiones con donantes que podrían cooperar,
etc.). Donde el estado es ineficaz, los movimientos
sociales son raros, débiles, exclusivos, y a menudo
estrechamente conectados con secesionistas
armados y contrabandistas. En este contexto,
mejorar su capacidad puede ser la mejor forma de
estimular organizaciones eficaces de los pobres.
Por esto, se deben desarrollar las capacidades
políticas de los pobres para aportar a la lucha contra la
pobreza. Empoderar a los pobres apoya a este fin ya
que la carencia de poder es un aspecto considerado
en la pobreza. Sen (1993) definió pobreza como
la imposibilidad de tener una vida mínimamente
decente, que más allá de la insatisfacción por
cubrir necesidades humanas básicas, comprende la
carencia de oportunidades para satisfacerlas; como
libertad, dignidad, respeto a sí mismo y los demás,
participación libre en la construcción de la sociedad
y oportunidades para llevar una vida larga y sana.
El empoderamiento está en función de incrementar
la capabilities políticas de los pobres, la confianza
en sí mismos, la capacidad de organización
comunitaria, el reconocimiento de la dignidad y las
ideas colectivas que sustenten una acción política