SIBYL ITALIA PINEDA S.
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REVISTA ACADÉMICA ECO (16) : 15-24, ENERO / JUNIO 2017
a. La autonomatización
3
: el elemento a partir
del cual la fábrica puede dotar de una cierta
autonomía a las máquinas
4
. Este principio
fue aplicado inicialmente en la industria
textil y se refiere, principalmente, al hecho
de que un solo obrero debe trabajar con,
al menos, cuarenta tejedoras a la vez
(Coriat, 1992); principio que, trasladado a la
industria automotriz, significaría impulsar
un criterio de linealización de la producción.
La linealización, por su parte, se refiere a un
conjunto de recomendaciones diseñadas
para modificar las prácticas productivas de la
fábrica con el objetivo de lograr un aumento de
la productividad por medio de la flexibilidad.
Estas recomendaciones permitían, por lo
tanto, una adecuada implantación de las
máquinas dentro de la fábrica, así como una
asignación apropiada de los trabajadores
en torno a ellas, de manera tal que se puede
lograr una reducción significativa del número
de trabajadores, así como implementar una
división del trabajo alrededor de puestos
polivalentes.
b. El “justo a tiempo”: este principio se enfoca en
la necesidad de reducir la fábrica al mínimo,
proponiendo deshacerse de todo aquello que
se considera como superfluo. Esto implica que,
dentro de la fábrica, se deben movilizar todos
los recursos para mantener en ella únicamente
aquello que se considere como estrictamente
indispensable para lograr satisfacer la
3 Este concepto se refiere a un neologismo formado a partir
de la contracción de las palabras autonomía y automatización,
propuesto por Ohno (Coriat, 1992).
4 Es evidente que la tecnología desempeña un papel central
en el nuevo modelo de gestión, pues se espera que los
avances tecnológicos posibiliten la implementación de estos
principios. Si bien, en este artículo no se aborda el papel del
elemento tecnológico, reconocemos implícitamente que esta
representa el elemento que ha posibilitado la transformación
de las condiciones objetivas del trabajo, pues los avances
tecnológicos permiten potenciar al trabajo vivo.
demanda, incluyendo el número de personal
permanente contratado. El objetivo de
este principio es la implementación de una
estructura organizativa lo suficientemente
flexible para acomodarse a la demanda.
Estos principios se constituyen como los elementos
centrales a partir de los cuales el sistema productivo
fabril sufriría una revolución importante, pues estas
innovaciones organizacionales modificarían, por
completo, la forma de racionalización del trabajo,
pues traerían consigo la desaparición del sistema
caracterizado por las grandes firmas, la producción
en masa y el trabajo estandarizado, así como la
superación de las formas de división del trabajo
rígidas que establecían jerarquías que dividían
el trabajo de supervisión del trabajo manual
(no calificado). En su lugar, aparece entonces
un sistema con formas de trabajo más flexible,
polivalente, creativo, basado en conocimientos
y que se desenvuelve en un contexto productivo
enfocado principalmente a la esfera de los servicios
(Thompson, 2003).
Con ello, la estructura de la clase trabajadora se
diversifica al menos en tres sentidos:
a. Inicia un proceso de desespecialización de
los trabajadores profesionales, los cuales ya
no se perciben como obreros parcelarios,
sino como plurioperadores, profesionales
polivalentes o trabajadores multifuncionales.
b. Se busca implementar un proceso dinámico
de aprendizaje dentro de la fábrica, de modo
tal que se modifica el nivel de exigencias
de los empleadores hacia los trabajadores
en relación con las capacidades, los
conocimientos y el nivel de esfuerzo que
se espera que estos aporten al proceso
productivo.
c. Se amplían los límites del concepto mismo de
productividad, ya que los trabajadores ya no