LA ECONOMÍA DE SOLIDARIDAD: UNA FORMA INNOVADORA DE ALCANZAR  EL DESARROLLO EN LAS  MICRO, PEQUEÑAS Y 

MEDIANAS EMPRESAS

REVISTA ACADÉMICA ECO (14) : 71-84, JUNIO 2016, ISSN: 2312 - 3818

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desocupación. Un aspecto a observar es que una 
cooperativa es producto de los aportes en todo 
sentido (económico, capital humano, capacidad 
física, capital social, etc.) de sus miembros. En 
estas organizaciones se hace patente el principio 
de solidaridad, ya que si no se apoyan entre los 
miembros del grupo, decae la organización.

Lo que se observa en el sistema económico 
prevaleciente es que cada mype con sus escasos 
recursos, a diferencia de las cooperativas, participa 
individualmente en una (o más de una) actividad 
económica, encontrándose con limitaciones: 
capital de inversión poco significativo, bajo 
nivel educativo, falta de conocimiento del tema 
empresarial/gerencial, bajo capital social que 
lo vincule a la actividad económica, limitada 
capacidad de operación, entre otros. Distinto sería 
si estas empresas se asocian de alguna forma para 
apalancarse entre ellas, y aprovechar al máximo el 
capital (de distinto tipo) que cada una posee.

Pero la solidaridad no solo debería existir entre las 
mypes, sino también entre estas y las empresas de 
mayor impacto y los gobiernos. Con relación a las 
primeras, Porter y Kramer (2011:03) señalan que 
“en los últimos años, las empresas han sido vistas 
cada vez más como una causa importante de los 
problemas sociales, ambientales y económicos”, 
debido a que se han creado estrategias enfocadas a 
incrementar las utilidades de las empresas sin tomar 
en cuenta los costos sociales y ambientales que ellos 
representan. Por ejemplo la búsqueda de territorios 
en que puedan pagar mano de obra más barata

 

 a costa de brindar la posibilidad de mejores 
condiciones de vida a sus empleados. 

Los autores indican que la

[…] solución está en el principio del valor 
compartido, que involucra crear valor 
económico de una manera que también 
cree valor para la sociedad al abordar sus 
necesidades y desafíos. Las empresas 

deben reconectar su éxito de negocios 
con el progreso social (Porter y Kramer, 
2011:03).

El valor compartido conlleva como su nombre lo 
dice compartir, en este caso responsabilidades 
empresariales, cumplimiento de compromisos de 
entrega, mantenimiento de estándares de calidad, 
y otros elementos que posibilitarán generar ese 
valor compartido. 

La asociatividad, el trabajo conjunto o alianzas se 
espera que den como resultado valor compartido. 
Pueden realizarse de distintas maneras, con distintos 
niveles de formalidad, con o sin registro legal, entre 
empresas de igual o distinto tamaño, de la misma 
o distinta actividad. Lo importante de iniciar esta 
relación de apoyo solidario-creación de valor 
compartido, es que cada uno esté comprometido 
con dar lo mejor de sí para que la alianza dé frutos 
más grandes en comparación con la suma de las 
operaciones individuales de las empresas. Existen 
distintas formas de asociatividad, dentro de ellas se 
tiene las siguientes.

2.1 Enfoques para promover la 

asociatividad en los territorios

Una vez tomada la decisión de innovar desde el 
trabajo asociativo, es importante definir qué tipo de 
asociatividad es conveniente para las circunstancias 
y los objetivos con que se inicia. En OIT (2013a) se 
exponen cuatro modos de integración económica 
que promueven asociatividad en mipymes: red, 
cluster, proyecto territorial e integración vertical. Por 
su parte IICA y Concope (2011) citan como ejemplos 
de iniciativas que estimulan el trabajo coordinado 
y asociativo: circuito alternativo corto, empresa 
ancla, negocios inclusivos, cluster o aglomeraciones 
empresariales, sistema agroalimentario localizado. 

Las iniciativas mencionadas se muestran en el 
siguiente esquema, además se han adicionado 
la metodología “ValueLink” y la “economía