REVISTA ACADÉMICA ECO

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Los recursos en poder de comunidades organizadas pueden ser una alternativa 
viable en aquellos lugares que cuenten con poblaciones con fuertes redes sociales y 
capital social. Tal es el caso de ciertas comunidades en Guatemala que han logrado 
organizarse y alcanzar logros significativos en el manejo de sus recursos naturales. 

 Un caso en Guatemala, es la Parcialidad Baquiax, en el cantón Juchanep del muni-
cipio de Totonicapán. Este es un grupo limitado de personas con relación de paren-
tesco que cuentan con derechos y obligaciones, ya que tienen acceso controlado y 
restringido a la propiedad con el objetivo de la conservación, y uso sostenible del 
bosque en el cual residen. Además realizan un aprovechamiento económico para 
el beneficio social que lo hace sostenible. Las investigaciones que se han llevado 
a cabo al respecto (Camey, 2007) (Merlet, 2011) evidencian que las reglas de uso 
que se aplican subyacen en la lógica de la tradición. Se trata de una comunidad 
que mantiene lazos sociales muy fuertes que hacen funcionar dicho mecanismo 
de control social y complementan al marco institucional local, lo cual resulta en la 
creación de relaciones de solidaridad, confianza y reciprocidad, que se facilitan a 
partir del acceso a los recursos naturales, permitiendo a los actores alcanzar bene-
ficios sociales.

Resulta relevante el estudio de Hayes y Ostrom (2005) llevado a cabo en 163 
bosques en 13 países, el cual demostró que no hay diferencia significativa en la 
condición del bosque comparando bosques protegidos legalmente y aquellos 
manejados por comunidades que han establecido y reconocen reglas para su 
uso. El análisis de Silva (Silva, 2011) realizado en Guatemala demostró que no 
había evidencia estadísticamente significativa que concluyera que los individuos 
cooperan más, bajo regímenes de propiedad común que de propiedad privada, sin 
embargo sí reflejó que las personas se ven influenciadas a cooperar cuando existe 
un ambiente de confianza en la sociedad a la que pertenecen. Ambos estudios 
reflejan que el hecho de cambiar de propiedad privada a propiedad comunal no 
resulta automáticamente en un manejo más eficiente de los recursos ni evita la 
sobreexplotación de los ecosistemas (White y Martin, 2002).

Los recursos en poder de comunidades organizadas pueden ser una alternativa 
viable en aquellos lugares que cuenten con poblaciones con fuertes redes sociales 
y capital social. La solidaridad, la comunicación y confianza pueden resolver 
problemas en ciertos contextos. Sin embargo, para que funcione, son necesarias 
ciertas condiciones preexistentes y atributos de la comunidad (Ostrom, 2011). Esto 
hace que esta solución no sea replicable en contextos en los cuales no exista capital 
social o redes sociales comunitarias (Katz, 2000).