REVISTA ACADÉMICA ECO
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para conservarlo y usarlo de manera sustentable
(Hardin, 1968). Para Hardin los individuos dentro de
una comunidad son incapaces de lograr acuerdos a
largo plazo sobre el uso de recursos comunes y como
resultado, los recursos desaparecerán (ibídem,
1968). Esta conclusión es generalmente aplicada al
análisis económico de los bienes comunes.
Según The Economist (2014) los océanos son un
claro ejemplo de la “tragedia de los comunes”.
Como nadie los “posee”, hay una tragedia de los
bienes comunales cuando las empresas tienen
incentivos de realizar una pesca desmedida si con
ello se incrementan sus utilidades (Weil, 2006).
Durante décadas, los científicos advirtieron que
las cuotas de pesca de la Unión Europea eran
demasiado altas y durante décadas los grupos de
presión de pescadores convencieron a los políticos
a hacer caso omiso de ellos. Ahora, según The
Economist, “tres cuartas partes de las poblaciones
de peces en aguas europeas están sobre-explotados
y algunas están cerca del colapso” (2014). En este
caso, el costo total de daños en el sistema no se
asume por los que hacen el daño. Esto es más
evidente en la pesca (Ostrom, 2001), pero va más
allá. Los agricultores vierten exceso de fertilizantes
en los ríos, que encuentran su camino hacia el
mar; hay cianobacterias que se alimentan de los
nutrientes, proliferan locamente y reducen los
niveles de oxígeno, asfixiando todas las criaturas
del mar. Es un problema de urgencia mundial ya que
“los océanos producen tres trillones de dólares de
bienes y servicios cada año” (The Economist, 2014),
además de tener un valor incalculable, la vida no
podría existir sin estas reservas de agua.
Frente a contextos como este, y teniendo como
punto focal la economía, se han planteado
diferentes mecanismos buscando mantener o
limitar, los impactos ambientales derivados de los
procesos económicos (Díaz y Romero, 2004). Para
este tipo de problemas, que podría identificarse
como una “falla de mercado” existen opciones de
política pública para regularlas y procurar evitar el
daño público generado por la actividad con fines
privados. Una alternativa son los mecanismos
institucionales que logren cambiar los incentivos de
los agentes económicos para que estos administren
servicios ecosistémicos de forma eficiente.
Las instituciones son las reglas del juego en
una sociedad o, más formalmente, son las
limitaciones ideadas por el hombre que dan
forma a la interacción humana. Por consiguiente
estructuran incentivos en el intercambio
humano, sea político, social o económico…
es innegable que las instituciones afectan el
desempeño de la economía… Se componen
de restricciones informales (sanciones,
tabúes, costumbres, tradiciones y códigos de
conducta), y reglas formales (constituciones,
leyes, derechos de propiedad) (North D., 1991,
págs. 97-112).
Las instituciones afectan el desempeño económico
influyendo en la conducta de los individuos. Modi-
fican los costos de transacción y determinan la tra-
yectoria de una sociedad. La función principal de las
instituciones es reducir la incertidumbre y así esta-
blecer una estructura estable para la interacción hu-
mana (North D., 2006).
La calidad del marco institucional es al final lo que
determina el desempeño económico y el desarrollo
humano de un país. Las instituciones pueden
constituirse en soluciones a las problemáticas
sociales, ¿de qué manera? Las instituciones norman
y regulan, a través de ellas se logran modificar los
incentivos. ¿Qué tipo de instituciones logran regular
las acciones individuales a favor de la conservación
de los recursos ambientales? A continuación
se presentan distintas alternativas que se han
propuesto como solución a dicha problemática.
1.2. El mercado y la propiedad privada
“El mercado y la propiedad privada” fueron
propuestos como mecanismos institucionales para
resolver el problema de los recursos comunes. La
teoría económica predominante considera que el
mercado promueve la producción e intercambio de
bienes privados. La acción racional de los agentes