FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES

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Justo Rufino Barrios. El texto está escrito a dos columnas, 
en forma clara, explicativa y amena, y de fácil lectura 
por el tamaño de la letra y con subtítulos que dividen 
el texto. Tiene una característica especial, que es la 
exposición de cada tema en dos páginas, pero no en la 
forma acostumbrada de la imprenta, sino empezando en 
la página izquierda y completando el tema en la página 
derecha, de manera que a simple vista se cubre un tema 
en dos páginas seguidas a libro abierto, sin tener que 
hojear a la página siguiente. 

El libro consta de 348 páginas, dividido en diez capítulos, 
más la parte final de las conclusiones. La mayoría de 
las páginas contiene ilustraciones, en todo caso hay 
una para cada tema tratado. Son grabados, fotografías 
de billetes, monedas, bancos, cuadros al óleo, páginas 
titulares de libros, murales, sesiones de banqueros, 
billetes y monedas utilizados en el siglo XIX, y los que 
están actualmente en uso.

Las fuentes documentales abarcan 25 páginas, de las 
cuales 18 contienen una extensa bibliografía que incluye 
todas las obras, estudios y tesis que tratan sobre el tema 
de la banca en Guatemala. Las siguientes seis incluyen 
las publicaciones de las instituciones bancarias y de 
investigación, dos páginas contienen la lista de las leyes 
tratadas y la fuente la entrevista a John Parke Young. 

Cuando cita a los autores dentro del texto, incluye 
una explicación de quién se trata, si son economistas, 
historiadores, biógrafos, periodistas, ministros, 
presidentes, banqueros, etc., y al tratar de personas 
de épocas recientes, habla de su relación con ellos. 
Transcribe la opinión de estos autores sobre el tema 
tratado, incluso de quienes impulsaron ciertas políticas, 
como la fundación del primer banco, la reforma 
monetaria de 1926, etc. El autor también permite que 
otras personas interpreten los hechos acaecidos desde 
diferentes ángulos. No se encuentran notas a pie de 
página ni al final del capítulo ni del libro, únicamente se 
señala el nombre del autor y la obra citada.

Entre los libros más importantes de referencia que 
utilizó el autor se encuentran autores nacionales de la 
talla de un Ignacio Solís: Memorias de la Casa de Moneda 
y del desarrollo económico de Guatemala
, Valentín 

Solórzano: Evolución económica de Guatemala (1947), 
Virgilio Rodríguez Beteta: La administración del General 
José María Orellana y el arreglo económico de Guatemala 
(1926), Roberto Quintana: Apuntes sobre el desarrollo 
monetario de Guatemala
 (1971), Pablo Matheu: El 
ahorro puro en Guatemala
 (1971, que trata de primeros 
bancos de emisión), Kurt Prober: Historia numismática 
de Guatemala 
(1957). Se basa, además, en los estudios 
fundamentales del conocido profesor en economía, de 
Princeton, el doctor Edwin Walter Kemmerer (1919), 
quien asesoró a varios gobiernos latinoamericanos para 
reordenar sus sistemas monetarios y bancarios después 
de la Primera Guerra Mundial, entre ellos Guatemala, así 
como la tesis de su distinguido alumno John Parke Young, 
titulada Central American Currency and Finance (1925), y 
Robert Triffin: El caos monetario (1945), autor de nuestra 
reforma bancaria de 1946, y David Grove. 

El capítulo I comienza con la época en “que no había 
bancos”, o sea la época colonial, cuando circulaban 
pesos y macacos en Guatemala. Un hecho importante en 
1733 fue la fundación de la Casa de Moneda y la manera 
como se acuñaba moneda, así como los intentos de 
fundar bancos en la época de la Federación y del régimen 
conservador, hasta que Justo Rufino Barrios creó el primer 
banco con el producto de la venta de las expropiaciones 
a las órdenes religiosas que poseían bienes inmuebles, 
y la historia de ese banco, un experimento que duró 
solamente 32 meses, de 1874 a 1876.

El capítulo II trata de los primeros bancos de emisión, 
de 1877-1898, no solo en Guatemala, sino también 
menciona los de Centroamérica. Habla de la forma en 
que operaban dicho bancos, los problemas económicos 
que enfrentaron y las crisis financieras que tuvieron que 
solventar. 

En el capítulo III, bastante largo, de 80 páginas, trata de 
los bancos emisores existentes en 1898, los cuales por la 
crisis del café y la crisis financiera de fin de siglo cayeron 
fácil presa de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, 
quien los puso al servicio del Estado mediante la creación 
de un Comité Bancario que el presidente controlaba. La 
terrible inflación antes y después de la Primera Guerra 
Mundial obligó a realizar una reforma monetaria en 
1926, que fue llevada a cabo bajo la asesoría del doctor