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Manuales de ética empresarial

Huyendo de los escándalos

Escándalos siempre ha habido en el mundo de los

negocios, pero nunca se documentaron y difundieron

tan profusamente por parte de los medios de

comunicación como en la última década del siglo

XX y principios del siglo XXI. Si se busca un hito

crucial en este campo, ese lo constituye  el escándalo

ocasionado por el mal manejo directivo (ocultamiento

de datos, gastos discrecionales, instrumentación de

relaciones con políticos) y quiebra de ENRON en

los Estados Unidos. Se habla incluso de que el

mundo de los negocios se divide en antes y después

de ENRON.

Tal fenómeno es de trascendental importancia por

muchas razones. Entre otras porque erosionó la

confianza en empresas poderosas y transnacionales

que crecieron vertiginosamente y se cotizaban bien

en la bolsa de valores.

Tal quiebra señaló  que

la vida misma de

cientos o miles de

personas depende de la

forma en que se

administra un negocio.

No es necesario

remitirse acá  a los

detalles y pormenores

del escándalo ENRON

ya que existe abundante

literatura al respecto, y aún en internet se encuentran

múltiples referencias. Hasta películas de diverso

género han documentado los entretelones de cómo

se manejó esa empresa en los momentos previos a

una bancarrota que tuvo como corolarios juicios,

suicidios y condenas. Esta experiencia insinuó que

las empresas no podían seguir haciendo “business

as usual”.

También hay otros casos que, en diferentes países

y en diversas proporciones, remedan aquel escándalo:

Parmalat, Adelphia, Tyco, Merrill Lynch, Worldcom,

Arthur Andersen, Royal Ahold, Vivendi, Royal

Dutch Shell, Adecco y varias otras.

En Francia, Octave Gelinier entrevistó a un número

significativo de gerentes de empresa para saber hasta

qué punto tenían preocupación por la ética dentro

de los negocio. Encontró que la misma “se encuentra

en vías de rápida degradación, subrayada por

escándalos que conmueven a la opinión por su

amplitud y por su cinismo”.

Aboga por la prevalencia de “la confianza, porque

sin ella se puede ganar a corto plazo, pero se pierde

a mediano y a largo plazo el valor añadido por la

confianza, que es condición inevitable de la alta

eficacia… y de la felicidad humana” (Etica de los

negocios, p. 10).

Opuesto a la ausencia de ética en el gerenciamiento

empresarial existen los ejemplos positivos, aquellos

que por propia vocación o aleccionados por los

fracasos a los que condujo la corrupción y otros

males han buscado senderos que tienen un común

denominador: generar y fortalecer la confianza de

consumidores, clientes, proveedores, agentes de

gobierno, medios de comunicación.

Uno de estos casos, que

tuve la suerte de conocer

de cerca, es el de una

empresa que en Estados

Unidos se considera

pequeña porque sólo tiene

setecientos empleados.

Se trata de Interface, una

productora 

y

comercializadora de

alfombras; su fundador,

Ray Anderson en su libro Mid-course correction

relata con notable coraje los errores en que había

incurrido al fundar y desarrollar su empresa.

Traduzco libremente:

“Las tecnologías de mi empresa y aquellas de casi

cualquier compañía que yo conozco en distintos

lados están dañando la tierra. Esto no puede seguir

así” (p. 5). Y continúa mas adelante señalando que

el mercado “nos gobierna” y se pregunta si los

precios del mercado cubren los costos. Concluye

que el reverenciado sistema de mercado de la primera

revolución industrial permite a las compañías como

la suya transferir los costos a otros, externalizar esos

costos a las futuras generaciones. Considera que eso

es “oportunista y permisivo, sino deshonesto”

(p. 6).

Opuesto a la ausencia de ética en el

gerenciamiento empresarial existen los

ejemplos positivos, aquellos que por

propia vocación o aleccionados por los

fracasos a los que condujo la corrupción

y otros males han buscado senderos

que tienen un común denominador