36

quauhtepuztli”.

Desde los tiempos antiguos, el tener un hermoso

cabello negro ha sido siempre el deseo   primordial

no solamente de las mujeres orientales, sino también

de las del Nuevo Continente. “Las enfermedades

de la cabeza” sería la caída de los cabellos y las

canas.  Y “las que  embarran la cabeza” trabajarían

para curar la caída de los cabellos y teñir las canas.

 Hierbas llamadas Xiuhquilitl, una de las plantas

que Sahagún menciona que usaban con el barro

negro, es “la hierba azul” en  náhuatl, y el método

de “echar encima las dichas hierbas, siendo molidas”

es el mismo que se practicaba  hasta hace  poco  en

Pinotepa de Don Luis de Oaxaca, México y en Syuri

de Okinawa, Japón, y consiste en aplicar

directamente las hojas frescas de añil a la tela o al

hilo.  Huixochi es una planta cuyo extracto sirve

para el colorante negro.  Aunque no se saben

exactamente las características de la llamada

quauhtepuztli, ambas plantas servirían tanto de

medicina como de colorantes.

El lodo de añil tiene varias ventajas para teñir los

hilos y telas.  Debido a que no se cuecen ni se seca

el  lodo como en el caso de añil índigo preparado

por el método de  precipitación, las partículas de

tinte quedan muy finas y penetran profundamente

en las fibras, lo cual contribuye a la obtención de

un color parejo y hermoso.  Aunque es un poco

incómodo transportarlo, se usan mucho para

medicina y colorantes.  En Japón, todavía lo  elaboran

en Izumi de Okinawa.

Sahagún menciona, en el capítulo XV del libro VIII,

“De  los atavíos de las señoras”;  “Usaban también

las mujeres teñir los cabellos con lodo prieto, o con

ya yerba verde que se

llama xiuhquilitl, por

hacer relucientes los

cabellos, a manera de

color morado....” el

“lodo prieto” debe

haber sido también de

añil, pues la masa

sólida de puro añil,

efectivamente, tiene un

color brillante y

morado, y los

modernos tintoreros

observan el color morado reluciente en la masa para

determinar el nivel de la pureza de añil.

En julio de 1558, el Rey de España emitió la Real

Cédula al Presidente e  oidores de la Audiencia Real

de los Confines, en la que se manifiesta  su gran

interés sobre jiquilite o  lodo de añil y dice así: “...ya

sabéis como se trae a estos Reinos de Francia y

también el de Portugal pastel para dar color azul a

los paños que acá se labran y somos informados

que en esa tierra y una  hierba o tierra  que hace el

mismo heffeto que el pastel porque con ello se tiñe

y da color azul a los paños de lana de algodón que

en esas partes se hacen y labran por los indios; y un

portugués ha dicho que, en la India del Cambaya

hay de esta yerba  y que tomándose  con el asiento

traería a estos reynos cantidad de dello y  que servirla

 de pastel y si en esa tierra hubiese cosa que  hiciese

el mismo efecto que el pastel y fuese en cantidad

que se pudiese traer a estos reynos y vastase para

los paños que en el se labran sería una cosa de gran

importancia y se excusaría de traer de Francia, ni

de otro reino el pastel que, se trae de que se seguiría

muchos buenos effetos...”

La Real Audiencia  mandó una detallada descripción

de lo solicitado por el Rey, quien al parecer  la

transmitió a personas doctas en la materia, quienes

después de pedir nuevos informes y estudiar la

planta dieron su informe que posteriormente  el Rey

por medio de la Real Cédula dictara la mejor

conveniencia de procesar el añil, a fin de

comercializarlo en Centroamérica (Rubio S., 1976:

30)

De esta manera, se comenzó el cultivo del añil que

fue propagándose en todas las provincias

centroamericanas.  A

mediados del siglo XVII,

 el añil encabezó la lista

de artículos exportables

del área sustituyendo al

cacao y gracias a su

abundante producción y

alta calidad llegó a ser

muy apreciado tanto en

los virreinatos de México

y de Perú como en los

países de Europa, a donde

llegó a través de España.

El añil y la cochinilla

El lodo de añil tiene varias ventajas para

teñir los hilos y telas.  Debido a que no se

cuecen ni se seca el  lodo como en el caso

de añil índigo preparado por el método de

precipitación, las partículas de tinte quedan

muy finas y penetran profundamente en

las fibras, lo cual contribuye a la obtención

de un color parejo y hermoso.