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Después de entrevistar a Arenales, hablé con Vini-
cio Cerezo. El ex presidente no parecía creer que
fuera a conformarse con un cargo como el que tie-
ne pues, según recordaba, meses antes el abogado
le había confiado que aspiraba a un cargo más alto.
Además tampoco le parecía creíble que hubiera
abandonado la embajada ante la Unión Europea
para ocupar simplemente la secretaría de la Paz.
Hace un tiempo se filtró un cable de 2007 en el
que el diplomático estadounidense le preguntaba a
Otto Pérez Molina si le daría la Cancillería a Are-
nales Forno en caso de obtener la victoria que al
final consiguió Colom. Pérez lo negó: para él re-
servaba algún puesto como consejero.
En un correo electrónico le expuse estos hechos
al secretario de la Paz. Un día más tarde recibí su
respuesta:
“¿Ser Canciller? Si algún día me lo propone un
Presidente con quien me identifique afín, será un
gusto. Nunca he pedido un puesto específico y
siempre he estado dispuesto a asumir el que
me han propuesto, al considerar un Presidente
que puedo servir al Gobierno y al Estado en el
mismo”.
El día de la entrevista le pregunté por qué había
aceptado un cargo como el que tiene y me respon-