64
***
Otto Pérez Molina lo hizo su secretario de la Paz y
allí su ritmo no parece frenético: según el portal de
transparencia fiscal del Gobierno, a 24 de junio ha
ejecutado el 18.31 por ciento de su presupuesto.
Los datos disponibles sobre la institución que diri-
ge –sobre su personal, sobre sus avances, sobre sus
planes, sobre cualquier cosa– son nulos: hasta hace
una semana la página web no mostraba ninguna de
la información de oficio que ordena la ley. Recor-
dé lo que me dijo Arenales hablando de otro tema:
“Toda ley no hay más que cumplirla”, y también
pensé que probablemente ni siquiera estuviera al
tanto. No parece alguien muy tecnológico. Lo pude
ver cuando me enseñó su celular al despedirnos en
su casa.
Ayer la página ni siquiera funcionaba. Hasta
ahora, todo lo que se ha sabido de su trabajo en
derechos humanos por parte del gobierno es que la
Comisión Presidencial de Derechos Humanos
(Copredeh) está descabezada, que el secretario de
la Paz ha manifestado que quiere centrarse en las
víctimas (en las actuales más que en las del pasa-
do), que la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos debe ser menos ambiciosa y que los Acuer-