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misión objetó el retiro de mi testigo, afirmando lo
que él iba a decir. Me quedó clara también la par-
cialidad de algunas personas de la comisión”.
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“Ninguno de esos perfiles de Fouché, cogidos
al vuelo, coinciden entre sí a primera vista”.
Fouché, el genio tenebroso, de Stefan Zweig.
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Antonio Arenales Forno es un estatista, un nacio-
nalista, un tipo pragmático al que no le gusta la
palabra “pragmático”, un apasionado hombre de
ideas sin la pasividad o la calma del analista pero
con inacabable saber técnico, un difuso liberal con
algo neorrealista en política exterior, un diplomáti-
co políticamente incorrecto que siente que sus
ideales son los de Occidente, “el canciller en la
sombra”, el sucesor de Fernando Andrade Díaz-
Durán (el monje negro), alguien que busca el po-
der, alguien que lo encuentra, alguien que lo ru-
mia, alguien que vierte palabras en el oído, que
vierte argumentos, soflamas, indignaciones, uno
que se impone, un desconfiado, un consejero áuli-