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“Es”, como me dijo Edgar Gutiérrez, “un con-
sejero indispensable en temas de política exterior,
derechos humanos y reforma constitucional”. El
Presidente confía mucho en su consejo jurídico-
político. Domina gracias a su trayectoria y a sus
redes familiares (primos y sobrinos en algunas de
las embajadas primordiales) el corazón de la intri-
gante Cancillería, que palpita al ritmo que él im-
pone. Su palabra es respetada en el equipo de re-
forma constitucional. Y está orientando la estrate-
gia del Estado en la cada vez más polémica mate-
ria de los derechos humanos.
“Es el operador más agresivo del gobierno, y el
más efectivo. Es –como me contó un miembro del
gabinete casi tres semanas antes de su desafío a la
Corte Interamericana de Derechos Humanos– el
abogado que puede levantar a la contrainsurgencia
y puede pararse frente a la CIDH”.
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“Es un hombre profundamente autoritario pero
sabe ceder sin molestarse”.
Un alto funcionario del Estado, abogado.
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