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Parte 2. El conservador laberíntico
“Tenía su programa: era conservador”.
Talleyrand revolucionario, de Louis Madelin.
El abogado, cuando aún no era abogado y no había
salido todavía del país, fue formado en la extrema
derecha y después perteneció a la generación que
imaginó un paralelismo entre la transición demo-
crática guatemalteca y la española y que creyó te-
ner su propio Adolfo Suárez.
Como me escribió un intelectual de izquierda al
que generalmente se considera su amigo, su ascen-
dencia lo influyó de una manera determinante, pe-
ro su experiencia vital lo hizo evolucionar y “rom-
per ideológicamente con la derecha cavernícola y
despreciar a los libertarios, que lo consideran co-
munistoide”. “Él tiene su propia idea de Estado y
de reformas y causas y las acomoda –especificó el
intelectual–: Sabe que quien se opone a su modelo
de Estado es la oligarquía ‘moderna’ que emergió
tras la crisis de la década de los ochenta, y para
enfrentarla se hace amigo de Washington, del ejér-
cito y, cuando pueda, de los indígenas”.
“Es un rebelde que no ha seguido los patrones
del conservadurismo católico industrial”, me con-
firmó un hombre cercano a la Organización Revo-