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Fernando Carrera, uno de los miembros progresis-
tas del gobierno, lo haya negado. La reforma “la
plantea un grupo de personas que quieren meter la
mano en el Estado para favorecerse del sistema
económico”. Gente que pretende debilitar al Esta-
do bajo la impresión de que lo están fortaleciendo,
que aspira a privatizar el subsuelo, el espacio aé-
reo, las frecuencias. “Tengo la impresión de que se
trata de llevar a la Constitución la visión empresa-
rial sobre la explotación minera, la del agua, ese
pensamiento retrógrado que no toma en cuenta a
las comunidades y que implica una pérdida de con-
trol por parte del Estado”.
Y según Cerezo, hay un hombre “ideal” para
todo esto en el Ejecutivo, un tipo al que considera
su amigo desde que participó en su gobierno como
asesor del canciller Alfonso Cabrera, un hombre
“brillante, y absolutamente claro”, transparente en
sus convicciones, un funcionario dialogante, pero
con un proyecto en las antípodas del suyo. Es An-
tonio Arenales Forno. El secretario de la Paz.
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