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queñeciendo un poco su mirada oceánica. “Lo que
hizo ese hombre…”.
En ese mosaico de fotografías hay algunas
composiciones de grupo. Inexpresivos la mayoría,
son hombres como frutas, fotografías como bode-
gones, naturalezas muertas. En una de ellas, situa-
da en las filas más cercanas al suelo (pero hay to-
davía una mesita debajo), destaca un joven Óscar
Arias de aspecto risueño y extrañamente vivaracho
en lo que calculo que será una imagen de finales
de los ochenta. Se lo deslizo con malicia al ex pre-
sidente. Óscar Arias gobernó Costa Rica dos ve-
ces, la última hasta 2010. Su anterior periodo, de
1986 a 1990, coincidió casi a la perfección con el
de Cerezo, que duró hasta el 91. Fueron los años
en que los mandatarios centroamericanos decidie-
ron lanzarse a pacificar una región podrida de lu-
chas intestinas desde hacía décadas.
El ex presidente hace caso omiso de mi comen-
tario y desvía la atención. Por supuesto no men-
cionará el hecho ahora pero le molesta que la his-
toria oficial le reconozca al costarricense el mérito
de haber promovido esa decisión, y que galardona-
ran por ello con el Premio Nobel de la Paz de
1987. El pacto se denominó Acuerdo de Esquipu-
las II por la ciudad guatemalteca en que se firmó,