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EL CONSIGLIERE TIENE UN PROYECTO
Parte 1. Un Sean Connery poco risueño.
Son decenas las fotos en blanco y negro y en color
que cuelgan de la pared revestida de madera, y el
ex presidente en su oficina las muestra con ufanía.
Necesita ya acercar mucho la vista a esas imágenes
que en distintas épocas se fue tomando con otros
mandatarios o que ellos le regalaron, pero las repa-
sa todas, un poco al vuelo. En algunos casos hace
una pequeña descripción de su contenido y a veces
ríe para sí mismo.
La variedad es grande.
Naturalmente hay mucho latinoamericano. El
peruano Alejandro Toledo, un ex presidente boli-
viano –“ya me voy a acordar del nombre. Si es mi
amigo”–, o juntos por ejemplo Fidel Castro, él
mismo, y el nicaragüense Daniel Ortega cuando
todavía vestía casaca militar y su cara redonda, su
pelo enmarañado y su bigote macizo le daban un
aire semejante al del escritor peruano Alfredo Bry-
ce Echenique. El ex presidente se detiene en esta
imagen y hace un comentario. Al lado, quizá como
contrapunto, hay retratos de Bush padre y de Bill
Clinton. “Pero no de Bush hijo”, sonríe Vinicio
Cerezo, severo y travieso al mismo tiempo, empe-