/ Cambios para no cambiar

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marcado el antiestatismo. “La desconfianza hacia todo lo 
que es público es de las mayores en América Latina. En esos 
términos, no podía esperarse mucho de la reforma de Fuen-
tes Knight, quien además era identificado como hijo de un 
dirigente izquierdista”.

Tampoco hubo una unidad de mando de parte del gobierno, 
reconoce el mismo Fuentes Knight, y en cambio prevalecie-
ron los enfoques equivocados frente a la oposición. “Ante el 
sector privado habíamos seguido una política que fluctuaba 
entre la confrontación y la conciliación”, menciona, “y a fi-
nal de cuentas ésta última había predominado a tal extremo 
que había dado lugar a algo cercano a la claudicación”. Y 
remata: “El poder de veto del sector privado surge, al menos 
parcialmente, de la debilidad de los partidos políticos, que es 
en parte el resultado de su falta de independencia financie-
ra”.

Guatemala tiene un sector privado ultraconservador, movido 
por el miedo, describe Barrientos. “Algunos abogados pro-
empresariales me decían: ‘Lo que ustedes están proponiendo 
es razonable, es lo que el país necesita, pero en la Cámara 
nunca va a pasar’ ”.

Somos el país de América Latina que menos tributa sobre el 
PIB, recuerda Godoy. Le da risa, dice, la reacción de los re-
presentantes de la élite cuando traen al Encuentro Nacional 
de Empresarios (ENADE) y a la Fundación para el Desarro-
llo (FUNDESA) a sus grandes líderes de derecha, desde José 
María Aznar hasta Álvaro Uribe y Julio María Sanguinetti. 
“Todos ellos les dicen que tienen que pagar más impuestos, 
entre el 13 y el 16 por ciento del PIB, combatir la pobreza, 
generar más equidad en la sociedad. Pero se niegan termi-
nantemente a hacerlo. La diferencia es que a ellos los aplau-
den y no se atreven a decirles que son comunistas o que son 
de izquierda”.