/ Cambios para no cambiar
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te Colom firmó la extensión del contrato con la compañía
francesa Perenco, el cual le permitía a ésta seguir realizando
operaciones en el campo Xan durante quince años más. Fi-
nalizaba así un largo y controvertido proceso cuya gravedad
se explica porque el mencionado campo, de donde proviene
el 95 por ciento de la extracción petrolera guatemalteca, está
ubicado en el corazón de la biosfera maya, concretamente
en el área núcleo de la reserva natural más grande del país:
la Laguna del Tigre, con una extensión similar a la de los
departamentos de Sololá, Chimaltenango y Sacatepéquez
juntos.
“No se trataba de cerrar el campo asumiendo posiciones
ecológicas dogmáticas”, protesta Melini. “Eso hubiera sido
técnica, jurídica, política y económicamente imposible”. En
cambio, explica que el país hubiera ganado mucho más per-
mitiendo que el contrato venciera para luego tomar pose-
sión del campo petrolero, de las instalaciones, del oleoducto
y de la refinería, para después licitar a nivel internacional un
contrato de operación distinto. “Ahí hubo negocio”, asegura
Melini, “y detrás de todo están las oligarquías: Álvaro Arzú,
los Biguria, el G8. Las regalías de Perenco se quedan en el
país, y eso puede comprobarse en las estadísticas económicas
del Banco de Guatemala. Hubo colusión. Hasta Álvaro Co-
lom tiene acciones ahí”.
Difícil de comprobar. Lo cierto es que, al día siguiente de
firmado el contrato, el gobierno le entregaba la Orden del
Quetzal a Michèle Ramis-Plum, embajadora de Francia en
Guatemala. ¿Casualidad o causalidad?
Algunos escándalos de corrupción
Solel Boneh, la empresa israelí beneficiaria del contrato de
la Franja Transversal del Norte, aseguró a su favor el voto
mayoritario en el Hemiciclo mediante “transferencias con-