Andrés Zepeda /

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mero uno. “Hay un linchamiento político de tal calibre que 
impide identificar a plenitud dónde está la realidad y dónde 
el mito respecto de esta figura. En todo caso, la influencia 
que tuvo fue inversamente proporcional a la fortaleza de la 
gestión gubernamental, y sus programas se mantuvieron es-
tables, constantes y con resultados concretos”, señala.

Hubo una marcada oposición política, económica y mediá-
tica desde la asunción del gobierno que se mantuvo durante 
todo su mandato, prosigue Hernández. “Apenas tres meses 
después de asumir funciones circuló un documento atribui-
do a la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala 
(AVEMILGUA), en el cual se señalaba a Sandra Torres de 
controlar el gobierno y de haber sido miembro de la guerri-
lla”, recuerda. La batalla mediática, altamente subjetiva y 
discriminadora, realizada por grupos de poder hizo que la 
gestión de la Primera Dama se tornara en defensiva, destaca 
Claudia Samayoa. “Al final, Guatemala perdió en el proceso, 
ya que todas las fobias se activaron y el ciudadano común y 
pobre replicó el racismo y discriminación de la élite criolla”.

La oposición cerró filas ante las intenciones del gobierno 
de repetir en el poder, que en realidad son las de cualquier 
equipo una vez gana las elecciones. Se armó una estrategia 
de alto impacto en contra de la esposa del Presidente y de 
sus programas porque advertían el riesgo de que ella fuera 
la próxima en ganar, explica Gálvez Borrell. “Torres le exi-
gió eficiencia al aparato público en el marco de la mediocre 
tecnocracia guatemalteca”, agrega, con lo cual consolidaba 
su imagen y preparaba su candidatura. “La campaña antici-
pada de ella y la contracampaña mediática opacaron lo que 
debió haber sido una política social eficientemente maneja-
da, como el resto de las políticas. Cohesión Social no tenía 
por qué estar por encima ni por debajo de nada”.