/ Cambios para no cambiar

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bilidad, ocasionada por disputas territoriales entre cárteles 
del narcotráfico (con su respectivo saldo de terror y muerte) 
que condujeron a declarar estado de sitio en Petén y Alta Ve-
rapaz; otra climática, con la llegada en octubre del 2011 de 
la depresión tropical 12-E, cuyos daños (cuantificados en 2.7 
mil millones de quetzales) sumieron al país entero en estado 
de Calamidad Pública; y la tercera, política, con el desgas-
te que supuso la candidatura presidencial de Sandra Torres, 
truncada en último momento tras un fallo adverso de la Cor-
te de Constitucionalidad.

El desenlace de la Sandrofobia en las cortes, reconoce 
Slowing, tuvo un impacto interno muy grande. “Afectó el 
desempeño diario de todos nosotros, muy especialmente en 
términos de desarrollo”. Sin embargo, al hacer referencia 
a otros momentos difíciles resalta el desempeño de Alejan-
dro Maldonado (titular de la CONRED) en su reacción al 
impacto que ocasionaron los derrumbes e inundaciones, y 
de Haroldo Rodas (ministro de Relaciones Exteriores) en su 
pronta y efectiva movilización para obtener apoyos interna-
cionales durante el llamado Rosenbergazo. Hubo buenos 
manejadores de crisis, dice. Y agrega: “Desgraciadamente, 
faltaron cuadros entrenados para convertir las crisis en opor-
tunidades”.

Sin embargo, señala Carrera, de una manera o de otra el go-
bierno logró sobrevivirlas a todas, incluso habiendo enemi-
gos directos y manifiestos en sus intenciones de derrocarlo: 
“El rompimiento constitucional no sólo se mencionó con la 
crisis Rosenberg sino también en el 2011, en caso hubiera 
sido aprobada la candidatura de Sandra Torres, por temor a 
que su caudal electoral le permitiera obtener la victoria”. A 
su criterio, lo de las crisis internacionales fue mala suerte, no 
así las tormentas: “No hay políticas públicas de prevención 
de riesgos derivados del cambio climático”, reprocha con 
sobrada razón, si se tiene en cuenta que Guatemala ocupa