/ Cambios para no cambiar

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ticho” de intereses cuya composición inicial nunca se termi-
nó de asentar como proyecto político. “Creo, también, que 
la influencia de la Primera Dama y su manera tan peculiar 
de conducción pudo haber causado algunos cambios”, espe-
cula. “Y, por supuesto, las malas escogencias. No hubo equi-
pos claros”.

Carrera complementa esta idea: “Una pésima gestión del 
Presidente, con una conducción errática. No fue un líder 
firme, lo cual le llevó a manifestar sus intereses de manera 
voluble, y eso se vio reflejado en sus colaboradores más cer-
canos”. Además, dice, cambiar de gerentes continuamente 
no garantiza éxitos en una administración, sino todo lo con-
trario.

El peso de Sandra Torres como factor de hecho dentro del 
gobierno y su estilo explosivo de ejercer la autoridad es se-
ñalado también por Gutiérrez, variables que redundan en 
una estructura de mandos que propiciaba “conspiraciones 
y directivas bicéfalas”. La improvisación y la rotación, dice, 
“es un rasgo de gobiernos frágiles”.

Hernández, a su vez, le atribuye el fenómeno a la carencia 
de cuadros políticos y técnicos necesarios para conducir de 
manera adecuada un programa de gobierno serio, problema 
estructural del Estado guatemalteco y, por lo tanto, no exclu-
sivo de este mandato.

El país de la eterna crisis

Además de la gasolina, los precios del trigo y del maíz en 
Guatemala aumentaron de manera considerable a partir de 
marzo del 2008, provocando que se incrementara también el 
precio del pan y las tortillas: era la primera de las crisis que 
le tocaría enfrentar a la administración de Colom. Asimismo 
subió la leche y el arroz, todo lo cual se reflejó en una tasa 
de inflación más de tres veces mayor a la del año anterior (de