Andrés Zepeda /
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removido en febrero del 2010 por irregularidades en la lici-
tación de fertilizantes (Ricardo Barrientos, quien siguió de
cerca el proceso, asegura que Aldana quiso hacer compras
de alimentos correctamente, “pero se generó un escándalo y
tuvo que salir”). En su lugar fue nombrado Alfonso De León.
En Salud, Celso Cerezo fue nombrado para sustituir a Del
Cid, pero en septiembre del 2009 Colom le pidió la renuncia
por “problemas de conducción política” hacia los diputados,
miembros del gabinete y de la prensa, aunados a la crisis del
sistema de sanidad pública.
Por último, en Educación Ana de Molina dimitió en julio del
2009 por desacuerdo con relación al presupuesto asignado y
la injerencia de Cohesión Social en detrimento de la calidad
educativa. Su lugar fue ocupado por Bienvenido Argueta,
incondicional de Sandra Torres, a tal extremo que cuando
la diputada Nineth Montenegro le requirió información de
beneficiarios de Mi Familia Progresa, la entregó incompleta.
Tras plantearse un recurso, la Corte de Constitucionalidad
ordenó la destitución de Argueta en marzo del 2010. Fue
reemplazado por Dennis Alonzo.
Algunas explicaciones
¿Hasta qué punto semejantes pautas de discontinuidad son
la norma regular y no la excepción en el contexto de nuestra
administración pública reciente? “No es para tanto”, sos-
tiene Barrientos, si se exceptúa lo ocurrido en Agricultura,
donde lo que pudo apreciarse fue “un desfile de ministros sin
poder frente a un proyecto de negocios empresarial”, y en
Gobernación: “Gómez murió, Gándara y Velásquez come-
tieron anomalías registradas por la Contraloría y por lo tanto
había que removerlos, y Jiménez fue muy ingenuo por firmar
documentos que lo comprometieron”.
Ardón, en cambio, explica el fenómeno en razón de “un pas-