/ Cambios para no cambiar

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Y así, entre dimes, diretes, personalidades vacilantes, volun-
tades dominantes, incertidumbres crecientes, oportunismos 
rampantes y constelaciones de poder siempre al acecho, los 
primeros reveses del gobierno no tardaron en aparecer.

Rupturas, renuncias, destituciones, escándalos

Aquejado por un derrame cerebrovascular, José Carlos Gar-
cía, ministro de Economía, fue el primer miembro del ga-
binete en presentar su renuncia el 17 de marzo, apenas dos 
meses y tres días después de haber asumido funciones. En 
tan breve lapso había sufrido, en sendas reuniones de ga-
binete, tres o cuatro arremetidas de Sandra Torres, quien 
descalificaba de manera tajante sus acciones para enfrentar 
la crisis. Así lo refiere Fuentes Knight en su Rendición de 
cuentas.

La siguiente baja, mortal en este caso, ocurriría a finales de 
junio con el fallecimiento de Vinicio Gómez, titular de Go-
bernación, y de su viceministro de Seguridad Edgar Her-
nández, en un confuso accidente de helicóptero cuyas causas 
fueron atribuidas de manera oficial a que el piloto de la nave, 
con experiencia de seis mil horas de vuelo, omitió revisar si 
contaba con reservas de combustible suficientes para llegar 
a su destino.

El mismo Colom duda todavía de esa versión y sospecha que 
se trató de un asesinato. Las suspicacias son comprensibles 
teniendo en cuenta que en México han fallecido ya dos se-
cretarios del Interior en circunstancias demasiado similares 
y además en un contexto, también compartido, de combate 
frontal a los poderosos cárteles del narcotráfico.

Raúl Robles y Eusebio Del Cid, ministros de Agricultura y 
de Salud respectivamente, fueron removidos de sus cargos 
a mediados de julio. La salida de ambos obedeció, según 
fuentes del Ejecutivo, a su escaso desempeño: en el caso del