/ Cambios para no cambiar

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“Aguambado. Flojo, pendejo e incoherente” (Yuri Melini, 
director del Centro de Acción Legal-Ambiental y Social de 
Guatemala, CALAS).

Hasta aquí ha sido omitida la mención de una figura, el Vice-
presidente, cuyas atribuciones (coordinar la administración 
pública, co-formular la política exterior del Estado, cubrir el 
mandato presidencial en caso de ausencia) son de máxima 
relevancia pero que, sin embargo, de acuerdo al consenso 
crítico tampoco fueron llenadas satisfactoriamente. Rafael 
Espada –escribe Fuentes Knight en su libro– no supo apro-
vechar las fortalezas de la propia vicepresidencia, que tenía 
un espacio de acción muy amplio aunque sin la burocracia 
que le permitiera concretar o darle seguimiento a muchas 
de las acciones que él impulsaba en el ámbito propiamente 
político.

Quizás, dice, una ausencia de visión estratégica le impidió 
ejercer un grado de influencia parecido al de alguno de sus 
antecesores, a lo que se agregaba el espacio ganado por San-
dra Torres, que reducía su campo de acción. Y aquí encaja 
como anillo al dedo aquel chiste según el cual los problemas 
del gobierno se debieron a que el Presidente actuó como Vi-
cepresidente, mientras la Primera Dama se creía Presidente 
y el Vicepresidente hizo las veces de Primera Dama.

Dimes y diretes

Demasiado pronto empezó a pesarle a Colom el costal de 
ofrecimientos que no tuvo reparos en esparcir durante la 
campaña, o a la hora de hacer público su llamado Plan de la 
Esperanza, o a través de aquel Plan de los Cien Días que, di-
cho sea de paso, incluía la ampliación de zonas francas (¿será 
esa, acaso, una medida socialdemócrata?) y que en palabras 
de Edgar Guerra, presidente de la Asociación de Usuarios 
de Transporte Urbano, “sirvió de papel higiénico”.