Andrés Zepeda /
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Algunos epítetos, recogidos de entre especialistas y conoci-
dos del expresidente, permiten conformar un mosaico poli-
cromático de apreciaciones intersubjetivas acerca de Colom:
“Inseguro. Con mucha inteligencia y conocimiento de lo
público pero falto de carácter para enfrentar todas las deci-
siones que se requerían” (Claudia Samayoa, directora de la
Unidad de Protección a Defensoras de Derechos Humanos
de Guatemala, UDEFEGUA).
“Vacilante. Exagerado buscador de equilibrios” (Hernán-
dez).
“Mandilón. Sorprende cómo alguien tan falto de carácter
y con tan poca claridad sobre lo que quería hacer hubiera
llegado tan lejos” (Berganza).
“Un político débil y timorato, pero honestamente compro-
metido con la política social. Una buena causa muy mal ser-
vida” (Carrera).
“Un bejuco noble, frágil en su constitución pero flexible y
que, con un apoyo fuerte, es capaz de dar lo mejor de sí”
(Slowing).
“Demasiado conciliador” (Marco Cerezo, director de la
Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación, FUN-
DAECO).
“Una personalidad compleja” (Barrientos), “como casi todos
los políticos” (Carrera).
“Un hombre bueno, preso de las circunstancias en las que le
tocó vivir estos cuatro años, sean de carácter familiar, políti-
co o público” (Ardón).
“Obligadamente conciliador, producto de sus circunstancias
y su historia” (Ronaldo Robles).