/ Cambios para no cambiar

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Luna (dueño de la licorera Distribuidora Baco). Sin embar-
go, según informa la revista El Observador (No. 9, octubre 
2007), no se cita a empresarios que también aportaron lo 
suyo, tales como Carlos Meany (propietario de Maderas El 
Alto y de algunas compañías textileras, luego nombrado mi-
nistro de Energía y Minas), Fernando Monroy (con negocios 
en la industria cerámica) y Luis Pedro Chang (socio de Mon-
roy en una empresa que presta servicios de grúas portuarias, 
señalada de contratos anómalos en los gobiernos de Arzú y 
Portillo).

Una personalidad compleja en busca de equilibrios

Con una bancada descrita por Fuentes Knight como “dis-
persa, oportunista y sin principios”, sumada a una Primera 
Dama que le imprimía gran fuerza a sus propios proyectos 
a costa de otros del gobierno si era necesario, Colom veía 
cómo iban cerrándosele algunos espacios. A esos factores ex-
ternos habría que agregar un temperamento que el mismo 
exministro refiere como ambivalente, sin definiciones preci-
sas, casi como ensayando estrategias de sobrevivencia políti-
ca frente a condiciones extremas.

En virtud de personalidades diametralmente opuestas, pare-
cía haber una relación de complementariedad casi mecánica 
entre el Presidente y su esposa. A criterio de Berganza ella 
era dueña de toda la voluntad, la intransigencia, la fuerza y 
la pasión por hacer cosas que él no tenía. “Fue la espina dor-
sal que a él le faltaba”. Mientras las decisiones del Presidente 
siempre flotaban en la incertidumbre, con doña Sandra se 
sabía a ciencia cierta si era sí o no –comenta el politólogo 
Gustavo Porras. “Llenó los vacíos existentes y rebalsó mu-
chos espacios ante la incapacidad operativa de la burocracia 
gubernamental”, a decir de Iduvina Hernández, directora 
de la organización Seguridad en Democracia (SEDEM).