/ Cambios para no cambiar
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Estado revisa, de manera pública (no sin cierta conflictividad
nacida de la oposición encarnada en la élite conservadora
y la línea más intransigente del Ejército), una parte de la
historia reciente que había permanecido silenciada y, por lo
tanto, ignorada. Hubo reconocimiento oficial de los críme-
nes cometidos durante la guerra. Una perspectiva ideológica
distinta de los mismos hechos fue puesta a disposición de la
ciudadanía para enriquecimiento de sus insumos de análisis.
* * *
De vuelta a los primeros meses de gobierno, muy pronto em-
piezan a darse algunas destituciones y renuncias que, suma-
das al agravamiento de ciertas crisis (sistémicas, tanto como
coyunturales) y a la exigencia de cumplimiento de las pro-
mesas de campaña, ocasionaron que la ciudadanía adoptara
una postura distinta para con el Ejecutivo: del beneficio de la
duda pasaban a un franco escepticismo crítico, rayando cada
vez más en la desconfianza y la antipatía.
En realidad la luna de miel entre gobernantes y gobernados
duró relativamente poco, y aquí cabe señalar como principal
responsable no sólo a Colom mismo por levantar expectati-
vas demasiado altas en la población sino también a un actor
clave en su capacidad de influencia: los medios noticiosos de
alcance masivo, en especial los radiales e impresos, orgáni-