/ El largo camino a la justicia
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Robles Espinoza también analizó la “cadena de mando”,
es decir, la línea vertical a través de la cual cada integrante
del ejército, desde un soldado raso hasta un general, reci-
be órdenes e informa a sus superiores sobre el resultado de
las operaciones realizadas. El Ministerio Público argumentó
que Ríos Montt, tras haberse proclamado jefe de Estado y de
las fuerzas armadas después del golpe de Estado de 1982, se
convertía en el último eslabón de esa cadena.
En una histriónica intervención durante la cual gesticulaba,
vociferaba, sudaba profusamente y se limpiaba la frente una
y otra vez, César Calderón, el abogado defensor de Ríos
Montt, trató de argumentar que la masacre de Dos Erres fue
un exceso cometido por un determinado grupo de soldados
y que a pesar de que el general era el comandante supremo
de las fuerzas armadas era imposible que pudiera estar al
tanto de cada uno de los movimientos que hacían.
“Este hombre es un cordero de sacrificio. Nunca dio una
orden directa. ¿Cómo pudo haber detenido la masacre? Un
soldado no iba a enviarle un informe diciendo violamos a tal
mujer en Dos Erres”, dijo Calderón con tono airado.
Para refutar ese argumento, el Ministerio Público mostró un
breve fragmento de la entrevista que la documentalista esta-
dounidense Pamela Yates le hizo a Ríos Montt en junio de
1982, y que aparece en su más reciente documental, Granito.
Cómo Atrapar a un Dictador. “El valor nuestro está en nuestra
capacidad de responder a nuestras acciones de mando. Eso
es lo más importante. El ejército está en capacidad de reac-
cionar. Porque si yo no puedo controlar al ejército, enton-
ces ¿qué estoy haciendo aquí?”, dijo el general en aquella
ocasión, sin saber que tres décadas después esas palabras lo
perseguirían.