/ El largo camino a la justicia
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días después apareció en el parque central un listado de mu-
jeres de la localidad que una mano anónima se encargaría
de asesinar.
La violencia en el municipio se manifiesta comúnmente en
el ámbito doméstico y ese año la hija de uno de los sobrevi-
vientes de la masacre de Dos Erres fue ultrajada. Otra mu-
jer, hija de otro sobreviviente, fue asesinada a golpes por su
esposo después de denunciar el maltrato al cual la sometía.
La joven psicóloga se dio cuenta de que curar las profundas
heridas que había dejado el conflicto armado implicaba ir
más allá de trabajar con los 64 sobrevivientes de la masacre
que habían decidido permanecer en Las Cruces y además
de atender a las familias de Dos Erres, se dio a la tarea de
trabajar con víctimas de la violencia intrafamiliar y otros
grupos vulnerables.
Pero en el ejercicio de su labor se estrelló contra el muro de
la burocracia oficial: una gigantesca y absurda maquinaria
sin rostro que sólo es capaz de procesar cifras, normas, in-
formes. Realizar visitas a domicilio en vez de esperar a que
las víctimas de la masacre acudieran a la clínica y ampliar
su ámbito de trabajo a otros temas como la violencia contra
la mujer, le valió a la psicóloga una reprimenda por parte
del director. En mayo del año pasado renunció a su cargo y
ahora trabaja en Baja Verapaz con una ONG que le brinda
apoyo psicosocial a los sobrevivientes de la masacre de Plan
de Sánchez.
Hace dos años, a medida que avanzaba la investigación
para llevar a juicio a Carlos Carías, Manuel Pop Sun, Da-
niel Martínez y Reyes Collin Gualip, el Ministerio Público
comenzó a sondear entre la asociación de familiares quiénes
podían ser testigos, descartando aquellos de avanzada edad
o frágil condición física o psicológica. Sobre los que no testi-