/ El largo camino a la justicia

Pz

P

67

llas rosadas. Sonríe cuando se acuerda del día en que llegó al 
parcelamiento a los 18 años con cara de susto y se bajó del 
tractor de Don Gamaliel para iniciar su nueva vida como la 
primera maestra de Dos Erres.

Los niños contaban con pocos recursos y debían caminar los 
diez kilómetros que los separaban de Las Cruces para ir a 
comprar sus útiles escolares, pero eran aplicados y estudio-
sos. Para recompensar su esfuerzo, la joven maestra comen-
zó a premiar a los alumnos más destacados, llevándoselos a 
Flores durante las vacaciones escolares.

Cuando llegaron las vacaciones navideñas de 1982, Lesbia 
decidió llevarse a Elvia Luz Granados Rodríguez, una niña 
de 14 años que siempre completaba sus tareas con diligencia 
y primor. Al principio sus padres se negaron a dejarla ir, ya 
que era su hija mayor y necesitaban que apoyara con las la-
bores domésticas, pero la niña ya se había ilusionado.

Elvia había nacido en el parcelamiento y como jamás había 
viajado más allá de Las Cruces, en su mente infantil, Flores 
era un lugar tan remoto y desconocido como la luna. Ante la 
insistencia, sus padres, finalmente, no tuvieron más remedio 
que concederle el permiso.

Lesbia nunca olvidará el día en que Noé Arévalo, hijo de 
Juan Pablo Arévalo, el hombre que cavó el pozo donde que-
daron sepultados los habitantes de Dos Erres, tocó en su 
puerta y le dio la noticia. Habían matado a todos: a los niños 
de la escuela, a Don Lalo y a Doña Fina, quienes le habían 
dado posada en su casa, y a la familia de Elvia.

La joven maestra tuvo que encontrar las palabras para expli-
carle a una niña de 14 años que sus padres y siete hermanos 
habían sido masacrados por el ejército. Como Elvia insistía 
en que quería regresar a su casa, Lesbia la acompañó a Las