/ El largo camino a la justicia
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júbilo sino de un profundo alivio, por fin hubieran podido
soltar el pesado fardo que habían llevado a cuestas desde
hace tres décadas.
Aquellos sobrevivientes que durante años se habían pregun-
tado por qué ellos se habían salvado cuando sus hijos, her-
manos, y padres habían perdido la vida en Dos Erres, final-
mente habían hallado la respuesta: vivieron para contar su
historia y lograr que se hiciera justicia. Vivieron para hablar
en nombre de aquéllos cuyas voces fueron silenciadas para
siempre en las profundidades de un pozo.
La juez también ordenó que el Fondo de Tierras (FONTIE-
RRAS) iniciara las gestiones necesarias para la compra y de-
volución de las tierras donde se encontraba el parcelamiento
de Dos Erres, y que un documental elaborado por la Co-
misión Presidencial para los Derechos Humanos (COPRE-
DEH) sobre el caso, fuera transmitido en cadena nacional
no menos de 10 veces durante los 15 días siguientes, algo
que hasta la publicación de esta crónica no se ha cumplido.
El mensaje estaba claro: Guatemala jamás deberá olvidar el
nombre Dos Erres.
XXV
¿Qué sucedió con los niños que fueron sustraídos de Dos
Erres por la patrulla kaibil después de la masacre? Ramiro
Cristales, el niño que se quedó dormido bajo la banca de
la iglesia agotado de tanto llorar, testificó en el juicio de Pi-
mentel Ríos.
A pesar de que sólo tenía cinco años cuando ocurrió la ma-
sacre, recuerda con claridad todo lo que sucedió ese día. De
la iglesia lo sacó un soldado cuyo rostro le era vagamente fa-
miliar y se lo llevó con la tropa a la montaña, donde le dieron
frijoles y un tamal enlatado.