Louisa Reynolds /
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Como fue tan difícil romper la barrera del silencio y lograr
que los sobrevivientes hablaran sobre la masacre, la líder de
Famdegua tuvo que buscar otros caminos que la condujeran
a la verdad. Poco tiempo después de la exhumación, alguien
le contó que un ex soldado que vivía a unas horas de Las
Cruces estaba dispuesto a hablar.
Algunos integrantes de la Misión de Verificación de las Na-
ciones Unidas en Guatemala (Minugua), entidad que acom-
pañó la firma de la paz en Guatemala y permaneció en el
país hasta 2004, la siguieron a la distancia debido a los ries-
gos que suponía investigar el caso.
Así fue como Aura Elena Farfán encontró a un kaibil que
narró en detalle cómo el terror había llegado a las Dos Erres
en la madrugada del 7 de diciembre de 1982. Cada vez que
ese hombre veía a sus niños jugando en el patio se sentía
atormentado por el recuerdo de aquellos que había lanzado
al pozo y confesar lo que había hecho fue el comienzo de una
catarsis. Varios ex soldados contaron su historia, de los cuales
dos estuvieron dispuestos a declarar ante un tribunal en con-
tra de sus compañeros: el sub instructor César Franco Ibá-
ñez, César García Tobar y el cocinero Fabio Pinzón Jerez.
Éste último era un kaibil “asimilado”, es decir, era un solda-
do que había fracasado durante los 60 días de entrenamiento
durante los cuales su cuerpo y su mente fueron sometidos a
pruebas de resistencia extrema y se había ganado la boina
sometiéndose a tratos degradantes por parte de sus compa-
ñeros e instructores. Logró ingresar a la patrulla kaibil pero
ocupaba el puesto más bajo y era objeto de repudio y veja-
ciones constantes.