Louisa Reynolds /

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menzó a familiarizarse con los rostros de otras mujeres que 
llegaban cada día, igual que ella, para exigir que las autori-
dades les dijeran a dónde habían ido a parar sus seres que-
ridos.

Entre ellas se encontraban Emilia García, madre del sindi-
calista Fernando García, desaparecido en febrero de 1984, 
Catalina Ferrer, quien buscaba a su esposo, el estudiante de 
derecho Hugo de León Palacios, y Raquel Linares, madre 
del líder estudiantil Sergio Linares.

Éste último fue identificado entre las víctimas halladas en un 
cementerio clandestino en el antiguo destacamento militar 
de San Juan Comalapa, Chimaltenango, en diciembre de 
2011. En octubre de 2010, los dos policías que capturaron a 
Fernando García fueron sentenciados a 40 años de prisión. 
Pero Rubén Amílcar Farfán sigue desaparecido y su madre, 
de 95 años, aún se aferra a la esperanza de que un día regre-
se a casa.

Aura Elena Farfán y las demás mujeres que exigían justicia-
durante los años 80 se dieron cuenta de que unidas, podían 
presionar al gobierno militar para que les dijera dónde es-
taban sus seres queridos y así fue como comenzaron a sur-
gir organizaciones de derechos humanos como el Grupo de 
Apoyo Mutuo (GAM), y Famdegua, asociación que Farfán 
todavía dirige.

El 4 de abril de 1985, aparecieron los cadáveres de Rosario 
Cuevas, una de las fundadoras del GAM, su hijo, Augus-
to Rafael, de tres años, y su hermano Maynor René, de 21 
años, en la carretera que conduce de Boca del Monte a Villa 
Canales.

Todos habían sido salvajemente torturados, especialmente el 
niño, a quien le habían arrancado las uñas. Ese fue el precio