/ El largo camino a la justicia
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Esto ocurrió hace apenas seis años, bajo el gobierno de Ós-
car Berger, durante el cual salió a luz la existencia de apara-
tos clandestinos que realizaban operaciones de limpieza so-
cial desde el Ministerio de Gobernación. La foto de Tzulma
recuerda que en Guatemala el terror no acabó con la firma
de la paz.
Después de unos diez minutos llega Farfán una mujer de ca-
bello corto y un rostro moreno, surcado de arrugas, y asiente
con la cabeza cuando le pregunto si Rubén Amílcar Farfán,
un hombre joven que también forma parte de esta galería
interminable de desaparecidos, es su hermano.
Rubén Amílcar Farfán, cursaba el último semestre de la ca-
rrera de Literatura en la Universidad de San Carlos y era
integrante del Partido de Trabajo (PT) durante una época
en la que ser sancarlista y simpatizante de un partido de
izquierda era motivo suficiente para que un joven pudiera
salir de su casa a las seis de la mañana, con los libros bajo el
brazo, y no regresar jamás.
Aura Elena Farfán trabajaba como enfermera en el Hospi-
tal Roosevelt cuando a las 10 de la mañana se escucharon
sirenas en la calle. “Parece que hay problemas en la universi-
dad”, le dijo un médico que escuchaba la radio. En la noche,
cuatro desconocidos tocaron a su puerta y le dijeron que su
hermano había sido secuestrado dentro del campus univer-
sitario e introducido a la fuerza en un vehículo.
Su familia tuvo que recorrer las morgues de la ciudad, don-
de yacían cientos de cadáveres de hombres y mujeres que
habían aparecido, mutilados y con señales de tortura, en ba-
sureros, barrancos y a la orilla de la carretera.
Durante sus innumerables viajes al Ministerio Público para
interponer recursos de exhibición personal a favor de Rubén
Amílcar, desaparecido el 15 de mayo de 1984, Farfán co-