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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Montt. Francisco Soto, Director Ejecutivo 

de CALDH, señaló: “Les probamos el 

genocidio en su sistema. El Tribunal 

valoró las pruebas que presentamos, 

así como los testigos, los peritos, los 

documentos, y llegó a una conclusión: 

sí hubo genocidio en Guatemala. 

Buscan anularlo via lo procesal. No 

es una derrota, sólo parte de nuestra 

lucha eterna contra la impunidad.” 

La defensa no logró cuestionar 

el genocidio. Se enfocó en estrategias 

meramente formales o procesales para 

liberar a los acusados de los cargos en su 

contra, buscando crear las condiciones 

para que se vicie el juicio, haciendo uso 

del litigio malicioso, a través del abuso 

fraudulento de amparos, recusaciones 

y otros recursos para impedir que 

el proceso llegara a su conclusión. 

Nunca entró a debatir los méritos del 

caso, sino que armó una estrategia 

para subvertir el proceso. Como no 

logró sus objetivos, ciertos grupos de 

poder, vinculados a las poderosas élites 

económicas del país, presionaron a la 

Corte de Constitucionalidad para que 

anulara la sentencia, extralimitándose 

en sus funciones y en clara violación de 

los derechos de las víctimas a la verdad, 

la justicia y la reparación. Al respecto, 

cabe destacar el papel desempeñado por 

el CACIF.

3

 Al desconocer la legitimidad 

de una sentencia emitida por una 

corte legalmente constituida, el CACIF 

salió del pacto social, se desentendió 

de los mecanismos y procesos de 

la democracia. El juicio demostró 

también la persistencia del racismo 

en Guatemala, como lo subrayó Edgar 

Pérez, “El juicio evidenció el tremendo 

racismo en que vivimos, más allá de 

los peritajes sobre el racismo y como 

3  Ver p.20.

influenció en el genocidio durante el 

conflicto armado.” 

4

La decisión de la Corte de 

Constitucionalidad de ordenar la 

anulación de la sentencia, junto con 

parte del debate, es una prueba más 

de la impunidad de la que han gozado 

durante años los altos cargos del país 

y de las constantes barreras legales y 

procesales con las que la defensa de 

Ríos Montt iba minando el camino hacia 

e incluso durante su enjuiciamiento. De 

existir alegaciones de una violación del 

debido proceso, conforme a derecho, 

la defensa hubiese debido apelar la 

sentencia ante la jurisdicción ordinaria. 

Sin embargo, a raíz de estas presiones, 

se produjo una intromisión de la Corte 

de Constitucionalidad en lo procesal, 

entrando en el ámbito que corresponde 

a la jurisdicción ordinaria. Aunque 

se trató de un voto dividido, cabe 

señalar que la decisión de la Corte de 

Constitucionalidad no sólo tiene impacto 

en el caso por genocidio, sino que pone 

en crisis todo el sistema de justicia. 

Sesenta jueces se excusaron de conocer 

el proceso antes de que se pudiera 

conformar un tribunal para ejecutar el 

fallo de la Corte de Constitucionalidad, 

pues está percibido como ilegítimo. 

Asimismo, esta decisión podría crear 

un precedente jurídico que podría ser 

utilizado por el crimen organizado o el 

narcotráfico. 

De este modo, el desenlace 

representó una derrota legal y jurídica, 

así como evidenció las debilidades del 

sistema de justicia y de la democracia 

4 Sin embargo, la Ley de Reconciliación Nacional de 

1996 anula las dos leyes de amnistías anteriores y, 

tal como se indica arriba, excluye explícitamente de 

la amnistía los crímenes de genocidios, tortura, y 

crímenes contra la humanidad.