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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
no solo fue golpeado militarmente sino
sufrió un desplazamiento forzado, que
apenas en estos días culmina con su
reivindicación nacional.
En el territorio de la otrora
Yugoslavia, los genocidios contra
croatas y serbios fueron realizados
dizque por razones religiosas. Todavía
está fresca la tragedia genocida en
Kosovo.
África y Asia, son aún, continentes
de campañas genocidas intensas. Allá,
entre India y China, el pueblo Kachemir
sufre un lento exterminio. Ruanda y
Darfur, tienen miles de víctimas. Los
problemas “interétnicos”, en Ghana, el
Congo, Sudán, Zambia y Etiopía.
En Asia, recordamos el genocidio
contra el pueblo de Timor Oriental.
En Palestina se resumen las peores
prácticas genocidas. Ahora mismo hay
acusaciones mutuas de genocidio entre
los georgianos y los rusos, en medio del
clamor de independencia de los osetios
del sur y los abjasios.
Bajo la cobertura de conflictos
interétnicos e interreligiosos, intereses
neocoloniales de intervención, negocio
de armas y expropiación de las
riquezas naturales (agua y bosques en
la Amazonia) y minerales (los casos
del Congo, Ghana, Sudán e Irak), el
mundo está presenciando incesantes
conflictos genocidas, cuyas víctimas
principales son civiles.
La balcanización es otra forma
para generar esos conflictos y mantener
guerras de baja intensidad.
En el siglo XX, nuestro continente
fue escenario de cruentos genocidios,
entre ellos, los sufridos durante las
dictaduras militares en Argentina, Chile
y Guatemala. Durante muchos años,
Canadá sufrió el exterminio masivo
de sus nativos, la segregación y el
asimilacionismo hasta la actualidad.
En Guatemala, la discusión que
desató la sentencia contra el general Ríos
Montt, se extravió. Para unos, fueron
las formalidades procedimentales del
juicio. Para otros, la defensa de la
sindicación de genocida. Ante ambas
tendencias, la pregunta es la misma:
¿y las víctimas?
Entre nosotros, las tradicionales
prácticas de segregación, crearon un
país de muchos pueblos. Comunidades
cerradas, por aisladas y por la ausencia
de un proceso plural de formación
nacional. Pero, ¿cómo justificar el
asesinato indiscriminado, que incluyó
ancianos, mujeres y niños? Las viejas
prácticas culturicidas que supuso el
asimilacionismo, renacieron con la
táctica de “tierra arrasada”. O sea, el
genocidio fue también una estrategia
para desaparecer comunidades
indígenas y “guatemalizar” el territorio.
Crear un país homogéneo para el
dominio de un Estado de derecho
ladinocéntrico. Parece, así, que en
Guatemala la historia no termina de
concluir su interminable círculo de
repeticiones.