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 Revista Espacios Políticos

exterminio y desplazamiento masivos 
ya se manifestaron intensamente los 
concurrentes del genocidio, como 
fueron  la vigilancia, la persecución, el 
asedio, la captura, desaparición, tortura 
y muerte. Al “nacionalismo gran ruso”, 
como fue conocido, se agregaron el 
culto a la personalidad, la expansión de 
formas de control social generalizado,  
la colaboración y delación obligadas, 
el pensamiento único y una severa 
disciplina social.

El fascismo de Mussolini,  el 

nacional socialismo de Hitler y la falange 
de Franco, conjugaron antiliberalismo, 
anticomunismo, nacionalismo, auto- 
ritarismo y componentes religiosos en 
su ideología. 

El franquismo, con su acentuado 

antirepublicanismo, fue además de 
represivo, opuesto al desarrollo de 
las múltiples nacionalidades y procuró 
imponer la hispanidad castellana a 
sangre y fuego.

Hitler sistematiza un concepto de 

Estado, basado en la limpieza social y la 
dominación absoluta del nacionalismo 
alemán. Construyó el modelo del 
terrorismo de Estado, con la promoción 
de las organizaciones paramilitares, de 
vigilancia y de choque, la militarización 
de la sociedad y la economía, los 
conceptos de espacio  vital, el terror 
y la institución de una variedad de 
nacionalismo elitario. La existencia 
de campos de concentración fueron 
el antecedente de las aldeas modelo 
creadas por los EEUU en Viet Nam, de 

los bantustanes en Sudáfrica o de los 
“polos de desarrollo” en Guatemala.

Los campos de concentración 

hitlerianos fueron prisiones, lugares de 
tortura y asesinato, de desintegración 
familiar, de trabajo forzado, en 
condiciones de falta de alimentación y 
muy malas condiciones de habitación.

A más de seis millones de judíos, 

comunistas, homosexuales, prostitutas, 
gitanos, religiosos, todos muertos, se 
suman miles de desterrados.

Durante la Segunda Guerra 

Mundial, aparecieron nuevas modali-
dades de exterminio.  El uso masivo 
de tropas soviéticas, como anillos 
escalonados, para enfrentar la artillería 
alemana, bajo un duro invierno, dio 
lugar al sacrificio previsto de decenas 
de miles de hombres, en una guerra 
de desgaste y debilitamiento, que tuvo 
como final uno de los más crueles 
e inmorales genocidios, como fue la 
explosión de dos bombas atómicas 
estadounidenses, en Hiroshima y 
Nagasaki, cuando la rendición de tropas 
japonesas estaba ya pactada. 

Con centenares de miles de 

víctimas se experimentaron ambas 
bombas y se cambió una correlación 
de fuerzas que buscaba contener  el 
poderío soviético. A lo largo de esa 
guerra se negoció la vida (recordar el 
Pacto Barbarroja). También conviene 
recordar del estalinismo, el inmenso 
genocidio contra el pueblo armenio que