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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
un precedente que puede ser citado en
otros casos similares; debe recordarse
que los fallos de los tribunales
constitucionales, en una buena medida,
tutelan derechos humanos. Por último,
que el tribunal constitucional siempre
debe optar, sobre todo en caso de duda
o fallos divididos, continuar los criterios
que marcan su jurisprudencia.
El ocurso de queja declarado
procedente por la Corte de Constitu-
cionalidad, debe ser, se insiste, objeto
de un verdadero debate académico
jurídico y universitario. Ello porque
sin lugar a dudas, cambió de manera
dramática criterios mantenidos y
establecidos por años. Esto no es
poca cosa, porque si bien los cambios
de criterios son válidos en todos los
tribunales del mundo, esos cambios
deben ser permanentes, motivados
por lograr una mayor protección de los
derechos humanos; pero sobre todo,
inspiradores para la estructura judicial.
Al analizar el fallo desde un
punto de vista ciudadano, se denota
que el enclenque sistema judicial a
estas alturas, no solo debe sortear
la teoría del boicot que pesa sobre
el mismo dentro de su estructura
orgánica, las amenazas que representa
la ramificación de verdaderas mafias
enquistadas en distintos sectores de
poder, sino que también en nombre de
la defensa constitucional, no se le deja
caminar por sí sólo.
El juicio por genocidio debe ser
estudiado y desde ya se perfila que el
“decisionismo” judicial está haciendo
gala en el país, como ocurre en muchos
lugares del planeta, con las complejas
consecuencias que ello significa.
Después del juicio por genocidio,
¿es Guatemala más democrática?
¿tenemos un sistema judicial que se
hace respetar más? ¿contamos con
un sistema judicial que se respeta
a sí mismo? ¿es nuestra Corte de
Constitucionalidad garantía para
fortalecer el sistema judicial?
Las preguntas son muchas. Lo
cierto es que siempre un caso de justicia
transicional representa el más fuerte
de los desafíos para las sociedades
y una, como la nuestra, en donde
el cumplimiento de la ley es noticia,
esboza un horizonte cuesta arriba.
Sin embargo, es justo mencionarlo, sí
existen avances cualitativos importantes
en el sector justicia tras este proceso,
puesto que se ha evidenciado interés
para echarlo a andar y a la vez, hay un
marcado deseo ciudadano para conocer
sus terribles faltas y fallas, con el objeto
de atajar el desastroso panorama de
tráfico de influencias con que ha venido
operándose.
Un país, sin importar su nombre
y locación enfrenta su pasado por medio
de su sistema de justicia. Como una
fase de duelo, nuestro país se niega a sí
mismo la necesidad de afrontar lo que
pasó, pero sobre todo, se niega a verse
en el espejo, a conocer sus problemas,
a armarse de valor y esto es crítico,
porque el camino hacia la justicia es un
parto largo y doloroso. La construcción
de un Estado Constitucional de Derecho
es un proceso histórico por el que
debemos aceptar caminar. En caso
contrario, estaremos siempre a merced
de que el poder decida, conforme
sus intereses, lo que conviene para
mantener una paz que se tambalea y
lo que es peor, que mantiene las causas
de 36 años de guerra, casi intactas.